Capítulo 5

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Aparentar lo que no soy siempre me había resultado fácil, sobre todo cuando de intimidar a mi contrincante se trataba. Nunca imaginé que las cosas pudieran cambiar en un abrir y cerrar de ojos, y que muy por encima de la costumbre, haya sido precisamente yo el intimidado.

Como decía mi madre: Siempre hay una primera vez y la mía fue hace tan solo unos minutos. El estar bajo el escrutinio de esos ojos grises me hizo tambalear como nunca nadie lo había hecho, me miró de una manera que noté cada una de mis terminaciones nerviosas despertar al mismo tiempo, acelerándome el flujo sanguíneo y el latir de mi corazón a mil por hora.

Me sentí expuesto, desnudo y no del cuerpo; sino del alma. Mi alma, la cual he luchado tanto por salvaguardar cubriéndola con una coraza de acero que aunque imaginaria, todo este tiempo he conseguido percibir infranqueable.

Durante lo que tardado en vestirme no puedo alejar esa imagen de mi mente. Su rubio y largo cabello, sus ojos y esos sensuales labios que con solo imaginarlos sobre mí, provocan que mi respiración se torne pesada y exageradamente agitada. De no haber sido por la boca floja de Cinthia habría logrado grabarme no solo sus facciones, sino el resto de su cuerpo.

Intento convencerme a mí mismo de que es una chica más que activa mis bajos instintos, mientras tomo las llaves de mi motocicleta, las cuales están sobre el buró al lado de mi cama.

"Ésta noche es para festejar y eso es precisamente lo que haré".

Me pongo la chamarra de cuero y ato las cintas de mis botas. Me paso las manos varias veces por mi cabello y culpo a la hípster en mi fuero interno, por poner a esa rubia en mi radar. Ni ella misma se entiende. Entonces, ¿cómo quiere que la entienda yo cuando hace unas horas me advertía que no me le acercara?

Me resulta confuso su actuar. La muy tonta la trae a mis territorios, a mi intimidad. ¿Acaso es un mensaje subliminal?

"¡Me la está poniendo en charola de plata, joder!"

Abro la puerta saliendo de mi cuarto y cerrándola de nuevo a mis espaldas. La estancia está a oscuras, pienso que seguramente Cinthia y su amiga se han ido, cuando los jadeos de la primera me hacen cambiar de opinión. No es que me interese un rábano escuchar la clase de sonidos que atraviesan la puerta de la recámara de Kurt pero, cielo santo, no hay por qué hacer tanto barullo a la hora de follar. Habemos más individuos viviendo en este lugar y con una imaginación que funciona a la velocidad de la luz.

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