Capítulo 23

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Cinco días. Cinco malditos días en los que he sentido escapar la vida con cada respiro. Cinco días de respirar por costumbre y porque aún me han quedado fuerzas para hacerlo. Y ahora estoy aquí, probando por primera vez sus labios.

Si alguien me hubiese dicho que esto sucedería, no habría pasado arrepintiéndome de aquella noche. No habría pasado doliéndome de su rechazo y habría sido feliz esperando a que este momento llegara, contando los minutos restantes para aspirar su aliento.

Pero los adivinos y los videntes no existen. Al contrario, eso es lo que conlleva la acción de existir.

Conlleva a hacerle frente a las desdichas, a los episodios dolorosos y aplastantes, pues ellos son los que te hacen madurar. Los que te proveen de sabiduría y los que te preparan para disfrutar sin restricciones, de los plagados de dicha y regocijo.

—Feliz cumpleaños —recita apartándose de mí solo lo necesario para pronunciar la frase, pero continuando con la tarea de hacerme advertir en el cielo.

— ¿Por qué tardaste tanto? —pregunto, tomando una larga bocanada de aire y exhalando tan fuerte, que seguramente han podido escucharme los invitados en la planta baja.

Muerde mi labio inferior ligeramente, para apoderarse de nuevo de él con los suyos.

— Porque soy un idiota — explica, haciendo una pausa e introduciendo su lengua en busca de la mía —. Porque me ha costado aceptar cuánto me gustas — ambas, danzan a un ritmo suave y excitante; infligiéndome escalofríos que recorren de extremo a extremo mi ya de por sí temblorosa anatomía —. Y porque... soy un cobarde.

— No tienes idea de lo duros que fueron éstos días —enuncio sintiendo cómo se aparta, plantando un último y corto beso.

Me da la espalda.

— También lo fueron para mí —musita, girándose otra vez y encarándome —. Para empezar, estar lejos de ti es una tortura. Esa noche... —resopla, apesadumbrado — Te vi alejarte y no fui capaz de detenerte a pesar de que podía hacerlo. Luego me he preguntado muchas veces: ¿por qué alguien como tú se fijaría en mí? No sabes todo lo que he tenido que pasar. No soy lo que crees, Fierecilla. Mi pasado pesa como toneladas de hierro sobre mis hombros.

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