Como por acto reflejo la mano del tipo le suelta el brazo. Sus ojos se centran en la Fierecilla y la vena de la frente se le hincha. Ella lo mira de la misma manera sobando el lugar de dónde la tenía sujeta y parece que lo que he dicho le ha sorprendido, pues después de unos segundos, su atención entornada está sobre mí.
Me acerco un poco más a ellos.
Si mi intromisión y osadía de llamarla "mi chica" la tienen intrigada; lo que estoy a punto de pronunciar y hacer lo hará mucho más. A decir verdad ni siquiera lo he tenido que pensar con detenimiento, el jodido impulso de frenar con la escena desarrollándose ha sido el aliciente perfecto para tomarme el atrevimiento. No soporto que alguien —mucho menos un hombre— toque a una mujer con tan poca delicadeza, me lleno de impotencia y algo muy desagradable me invade cada vez que lo presencio. No es solo mérito de la rubia, estoy hablando de todas las mujeres en general y creo que eso también se lo debo a mi donante de esperma. En cada una de ellas veo a mi madre, veo su sufrimiento. Y en cada uno de los agresores veo a Andrew, sometiéndolas.
No, no estoy mal de la cabeza, tampoco tengo un delirio psicológico ni una fijación por hacerme el héroe, ni nada que demostrar, simplemente es la repulsión que me produce el acto de avasallar que hace a esa clase de seres advertirse poderosos. Lo que siempre me ha conducido a creer que ellos son los que carecen de neuronas o sufren de una mente perversa.
Los bien nombrados: renglones torcidos de Dios.
Cuando estoy a una distancia prudente, estiro mi brazo en su dirección tomándola de la muñeca para halar con suavidad y cuidado infinitos. Sus gemas grises se abren aún más cuando se encuentra a mi lado y la pego a mi cuerpo, estrechándola de su diminuta y marcada cintura como si lo que he proferido fuese la realidad sin adornos ni realce.
Titubeo un poco, no puedo negar que me pone nervioso y yo a ella; pues la siento estremecerse y temblar junto a mí.
— ¿Estás bien? ¿No te lastimó? — pregunto, pasando saliva con dificultad nada más percibir el aroma a jazmín de su perfume.
ESTÁS LEYENDO
FURIA
RomanceA veces resulta demasiado fácil juzgar a las personas por su pasado, cometer errores es cosa de humanos, eso es precisamente lo que ocurre con nuestros protagonistas. Riley Adrien Logan, o FURIA como ahora se le conoce, paga por uno de esos errores...