A veces resulta demasiado fácil juzgar a las personas por su pasado, cometer errores es cosa de humanos, eso es precisamente lo que ocurre con nuestros protagonistas.
Riley Adrien Logan, o FURIA como ahora se le conoce, paga por uno de esos errores...
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"¡De puta madre!" Pienso, con la congestión mental al por mayor.
Pateo la cortina metálica de la entrada, después de haber dejado la motocicleta en su lugar en la planta baja de la guarida.
De ninguna manera esperaba que algo así ocurriera. Fue como estar frente a frente con mi padre de nuevo y comienzo a pensar, que mi vida está llena de salidas alternas. Es como una carretera con diversas desviaciones que prometen llevarme a lugares distintos, pero cuando decido tomar alguna de ellas; siempre termino llegando al mismo esperando huir y escapar de lo que soy. Del pasado asqueroso que me acompaña a dónde quiera y del que obviamente, no me desharé nunca.
Siempre hay algo que me arrastra.
Cuando siento que comienzo a salir del pantano, cuando percibo el menor de los avances; el retroceso asciende al doble. Y también está Miranda, esa chica que...
¿¡Por qué confía en mí!?
Si yo fuera ella, a estas alturas ya estaría a kilómetros de distancia del loco, del neurótico que sin más ni más; termina enredado en pleitos de bar por defender a desconocidas que pasan por la mierda por la que pasó la mujer más importante de su existencia.
Caminar en círculos sería menos agotador.
̕"Consideramos normal salir en una cita con el chico que nos gusta... y atrae".
No sabe lo bien que me hizo escucharla decir eso.
En primera instancia imaginé que la había obligado a salir conmigo con el pretexto trillado de estar en deuda. El que se sienta atraída por mí no es algo premeditado, lo juro, es solo que, es tan jodidamente tierna, sincera y, no sé si hasta ingenua ni a qué grado, lo que sí sé es que me gusta aún más por eso.
Ha pasado por mi cabeza el ya no volverla a ver —aunque la simple idea de hacerlo me amenaza con sacarme de mis casillas— y me alegra que no me haya dejado continuar con esa estupidez. Sin embargo, necesito mantenerla al margen del fango hediondo que me rodea si no quiero ensuciarla a ella también, como a todo lo que me ha importado.
