Capítulo 30

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La noticia nos ha caído como cubetada de agua helada, es como haber leído en algún diario que el juicio final está a punto de suceder. Tanto Riley como yo no cabemos en el asombro. Hace tan solo unos cuántos días era Steve quien debatía con Kurt el hecho de que el tal Darnell, quisiese correr en contra de Riley. Decía que llevarlo a la milla ocho equivale a comprar un pasaje sólo de ida a ese barrio, donde los blancos parecen estar malditos.

Yo que he creído que el racismo es un disparate unilateral.

¿Por qué no solo nos limitamos a compartir el mundo como lo que somos?

Ni negros, ni blancos. Simplemente seres humanos.

Ahora entiendo por qué tanto misterio en torno al otro competidor, a esto era a lo que le temía: a la reacción de su mejor amigo.

El silencio mortuorio en el que nos ha dejado se extiende algunos minutos que parecen interminables. Steve tiene la mirada clavada en el asfalto, así ha permanecido desde que nos diera la fatídica primicia y, tiemblo en espera de una revelación por parte del chico de ojos verdes que tanto adoro. Mucho más cuando pongo atención a su lenguaje corporal.

Tiene los ojos entre abiertos, la mandíbula contraída y firme. Se nota que aprieta los dientes con demasiada fuerza. Los brazos colocados en sus flancos y las manos formando dos puños yertos. Debe estar procurando que las uñas se le claven en las palmas hasta que el dolor lo haga olvidar cualquiera que sea el sentimiento que en éstos momentos esté reprimiendo.

Sorpresivamente entra en el garaje dejándonos a Steve y a mí perplejos. Entonces suspiro aliviada, pensando que su oportunidad de una réplica se ha deteriorado. Sonrío un poco asintiendo hacia Steve para contagiarle un ápice de tranquilidad que aminore su obvio nerviosismo. Sin embargo, poco nos dura el consuelo.

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