Violet Hill se reencuentra con el profesor del que se enamoró cuando iba al instituto y todo parece marchar bien. Se sigue sintiendo atraida hacia él y este muestra señales de que le corresponde .
Pero cuando Josh, el ex novio que la golpeaba, reapa...
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Tiempo atrás
El celular vibra en mi bolsillo. Lo saco al instante, observo la pantalla y dejo escapar un suspiro corto. Es Janice, mi coordinadora de asignaciones quien me llama. Una mujer dulce, que por alguna razón que no alcanzo a comprender siempre está feliz, nunca se enoja ante nada. He visto cómo aves defecan en su cabello perfectamente peinado y ella no suelta ninguna queja en contra. Dice que son cosas que pasan y que esos segundos que perdería maldiciendo por lo que le ocurrió, prefiere invertirlo haciéndose a la idea que tendrá que volver a acomodar su pelo. La vez pasada la atropelló un ciclista descontrolado, que desvió su mirada hacia una chica bonita; justo en el momento en el que Janice ponía un pie en la calle para cruzar. Sufrió un par de cortes menores y suturas, nada grave, pero ni siquiera dejó que el tipo le ayudara pagando las medicinas que debía comprar, porque su seguro médico no cubría. Le replicó diciendo que había sido culpa suya por precipitarse a cruzar la calle, y no hubo fuerza humana que la hiciera cambiar de opinión. En mi pellejo, el tipo habría tenido que comprarme hasta una bicicleta nueva. Definitivamente, mi coordinadora o es demasiado buena gente o muy permisiva, tal vez ambas.
—Hola Violet, ¿cómo has estado? —saluda con ese entusiasmo que a veces me pone la piel de gallina. No se puede estar siempre así, escupiendo arcoíris y flores ante todo lo que suceda. Es perturbador, al menos para mí que suelo ser una amargada profesional.
Ojalá pudiera tener un poco de su actitud positivista
—Todo tranquilo, disfrutando mis vacaciones, ¿qué tal estás tú?
—Muy bien Violet, te llamo porque te salió trabajo nuevo, el dueño de un Golden Retriever quiere que vayas a su apartamento a cuidarlo mientras él está de viaje.
—¿En serio? ¡Eso es genial! —expreso genuinamente. Adoro mi trabajo, y ¿quién no lo haría si se dedicara a cuidar animalitos cada semana?
Sí, esa es mi ocupación mientras estoy de vacaciones de la universidad. Me contratan para que vigile perros, gatos, aves o lo que sea que una familia tenga como mascota, exceptuando arañas y reptiles. Les tengo fobia.
Familias pudientes y de clase media me contratan para que cuide a sus mascotas, cuando ellos salen de viaje a alguna isla exótica o paraje no apto para pobres.
—Violet, no me gusta hacer estas cosas, pero Karen me pidió que te recordara que está prohibido tomarse fotos con la ropa de los dueños de las casas, o con lo que sea que se te ocurra tocar.
—Está bien, sabes que lo que pasó aquella vez no fue realmente mi culpa, la señora de la casa me autorizó a tomar algunos refrescos y me confundí, tomé licor por equivocación y bueno, no terminó de buena manera.
