Treinta y Seis

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—¿Es? —Él me mira intrigado. La cabeza y el estómago me dan vueltas, porque en el fondo no quiero revelar algo así tan pronto.

—¿Alumna Hill? —insiste.

—Es que mi sueño platónico es derramar sirope de chocolate en mis labios vaginales y que usted lo chupe.

Trágame tierra.

No puedo creer que haya dicho eso en voz alta.

Liam me toma de la mano y me indica a ponerme en pie.

—Es hora de cumplir tu mayor fantasía. —sonríe cínicamente. —Aunque debo admitir que dudo que esto sea más placentero para mí que para ti.

Respiro hondo y trago saliva. Todas las instrucciones que envía mi cerebro tienen que ver con asentir y entregarme en cuerpo y alma al momento.

—La deseo con locura, señorita Hill.

El estómago me da un millón de vueltas, la ansiedad me carcome cada nanómetro del cuerpo. Cuando Liam anda cerca todos mis átomos sacan su mejor tanga de la gaveta, y se la colocan, decididos a dejarse llevar por la pasión que nos une a él.

—Lo que siento por ti es adictivo y a la vez perverso, cuando te miro un cúmulo de sensaciones embriagantes enturbian la cordura de la que siempre he presumido. Me cautivas, me seduces y me paralizas.

Sus ojos se dulcifican, ante cada palabra.

—Quiero hacer realidad todos tus sueños y fantasías, nena.

—¿Todas las que quiera?

—Todas y cada una de ellas. —concede con elegancia.

—Pues anhelo pasar una noche desenfrenada en su cama.

—Y la tendrás, pero por el momento, déjame disfrutar ese coño tan rico que tienes.

Abro los ojos y parpadeo sobresaltada, cuando veo que saca de una de las gavetas blancas y tarro con sirope de chocolate.

Más que su Alumna - Ya en libreríasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora