Quince

74K 6.9K 2.8K
                                    



Multimedia: I see Red- Everybody loves an outlaw

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Multimedia: I see Red- Everybody loves an outlaw


Liam se gira sobre sus talones para cerrar la puerta, el ruido del pestillo me saca del ensimismamiento y me incita a observar el fuego que destila

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Liam se gira sobre sus talones para cerrar la puerta, el ruido del pestillo me saca del ensimismamiento y me incita a observar el fuego que destila.

Quiero tocarlo, recorrer su anatomía con mi lengua y después sentirlo en mi coño virgen.

—Estás empapada, preciosa. —Su voz gutural me causa un escalofrío avasallador que no logro ignorar.

Reconozco que toda esta situación enciende mi lívido, la posibilidad de ser descubiertos en plena universidad, el hecho de que alguien pueda escucharnos o interrumpir lo que estamos haciendo me pone cachonda.

Lo prohibido nos enciende, nos domina, nos lleva por parajes en donde la lujuria es el pan nuestro de cada minuto.

—¿Siempre te excitas con tanta facilidad?

—Soy virgen profesor, ante lo mínimo mi cuerpo reacciona. —No tiene sentido ocultarle algo así, si seguimos en estas, tarde o temprano lo descubrirá.

Como si fuera un vampiro, se lanza sobre mi cuello y le da una ligera mordida. Su lengua lame la zona en la que sus dientes apretujaron mi piel, y al segundo siguiente coloca las manos a ambos lados de mi cadera y se abre paso entre mis muslos sensibles. No me queda tiempo para respirar o recuperar el aliento cuando su boca se abre paso entre mis piernas, para enterrarse en la zona a la que ningún hombre había llegado.

Mi dedo se engancha en su nuca, siguiendo la trayectoria de su cabeza, la cual sube y baja entre lametones que me hacen delirar. Le acaricio el cabello cada vez que su boca hacia magia, plantando un nuevo hechizo en mi clítoris inflamado.

Me derrito sobre la mesa de su escritorio, con su olor y la forma en la que me excita anestesiando todo lo que soy. Contemplo la espalda perfectamente labrada, mientras dejo escapar otro gemido.

—Qué delicia. —musita, dejando que mi humedad le llene le boca. Me sonrojo, porque nunca antes había visto algo semejante, es tan erótico y sucio lo que está pasando.

Más que su Alumna - Ya en libreríasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora