Veintisiete

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Multimedia: Control- Halsey

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Multimedia: Control- Halsey


El bosque ubicado junto a los terrenos de la universidad de Amherst es muy tenebroso, bañado por una densa neblina gris podría ser el escenario perfecto para una película de terror. Está repleto de pinos y arces de altura considerable, cuyas ramas y hojas conforman una nube espesa tan amplia y exuberante, que bloquea gran parte de la luz solar que aún queda en el cielo.

Una vez que entras en él nadie podrá verte desde lejos. Si te pierdes en este lugar es casi imposible que te encuentren de buenas a primeras.

Me bajo del autobús y la brisa silba grotescamente en mi oído. Algo espeluznante me atenaza las entrañas.

Algo cruje a mis espaldas, por lo que me sobresalto y miro hacia atrás pero no hay nada. Es como si lo que escuché fuese producto de mi imaginación.

Un relámpago sacude el cielo generando un eco tremebundo que consigue sobresaltarme, una manada de cuervos gorjea en algún rincón de la arboleda, como si estuvieran anunciando la llegada de algo maligno y perverso.

Mi pecho se contrae y el corazón me da un vuelco. Me froto el mentón y me obligo a pensar que el estrés me tiene  paranoica.

Este sitio siempre me ha dado mala espina, pero necesito pistas sobre lo que pasó en el tiroteo y sólo las hallaré si entro al lugar de los hechos.

Me encuentro parada en un terreno plano, desyerbado y vacío, escuchando el espeluznante gemido de las ramas siendo arrastradas por el viento.

Estoy completa y absolutamente sola.

—Siento que en cualquier momento algo jodidamente macabro me atacará. —digo a la nada.

Frunzo el ceño, y me abofeteo mentalmente. No es momento para acobardarme. Afianzo el gas pimienta en la bolsa y decido que ya es momento para entrar al bosque neblinoso.

Exhalo una bocanada de aire y le pido a Dios que me proteja en todo momento.

Cruzo la planicie, asciendo por una loma irregular y me detengo en la entrada del bosque al percatarme de que hay algo grabado en el primer tronco que veo. Es un símbolo que no había visto en mi vida, una media luna bajo las patas de un cuervo. Entre las sombras, el viento sigue danzando. Estudio el grabado por espacio de cinco minutos y decido que es una tontería seguirle prestando atención. 

Cuando clavo un pie en el bosque, un estremecimiento helado me pone la piel de gallina, es como si algo me estuviera advirtiendo que no debo seguir caminando.

Tuerzo hacia la izquierda y paso entre un par de arces.

Sigo explorando durante quince minutos más.

Llovió un poco en la mañana, razón por la cual el suelo está blando y fangoso en ciertas partes. Los latidos de su corazón empujan contra mi pecho, incitándome a apretar el paso. Doblo a la derecha, me topo con un charco de agua y lo eludo sin grandes contratiempos. El núcleo de mi sistema circulatorio palpita con fuerza, miro hacia adelante y algunas sombras raras que parecen   moverse al fondo me ponen nerviosa.

Más que su Alumna - Ya en libreríasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora