Cuarenta y Cinco

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Multimedia: Tattooead Heart- Ariana Grande.

Y disfrutamos de la noche, como dos enamorados. Bailamos, reímos, y cuando siento que nada puede mejorar.

Él se para en el centro del escenario y toma el micrófono para hablar.

—Papá, sé que es tu fiesta y todo eso, pero necesito preguntarle a la mujer que mueve mi mundo, si desea ser mi novia.

Llevo ambas manos a mi boca, mientras los aplausos estallan y la banda entona en violín "Make you feel my love" de una famosa cantante. Un segundo después ella aparece y las lágrimas inundan mi rostro. Esto es demasiado para mi corazón sensible.

Asiento y él baja del escenario rápidamente, para elevarme en sus brazos como si fuera la princesa que tanto tiempo esperó para construir su cuento de hadas. Él me tiende su mano para que disfrutemos de la canción. Dejo que sus brazos me conduzcan a través de la pista

Mis ojos brillan.

Mi corazón salta.

Las sombras que me llenaban de inseguridades desaparecen bajo la hermosa inmensidad de sus ojos.

—¿Podrías regresar a vivir conmigo también? Es que despertar a tu lado, fue lo mejor que pudo pasarme en la vida.

¿Cómo se le dice que no a algo así?

—Por supuesto. —enuncio y él me apretuja contra su cuerpo, mientras la canción alcanza su mejor momento.

Si esto es un sueño, no quiero despertar.

Fuegos artificiales estallan en el cielo de mi corazón. No puedo evitar que la sensibilidad me arrolle como un tren al sentir que estoy viviendo el mejor de los sueños.

—Damas y caballeros, mi hermosa novia. —pronuncia y hasta la cantante aplaude.

***

La policía se encuentra aparcada en la entrada hacia el edificio departamental en el que ahora vivo con Olivier. Hay cintas amarillas cercando la entrada iluminada por los postes de concreto. Los vecinos han sido desalojados y gran parte de ellos, se encuentra en la calle, vistiendo pijamas y enormes abrigos afelpados. Algunos nos saludan con las manos en alto, otros se limitan a estudiarnos; varios niños se asoman a través de la ventana de los autos de sus padres y nos señalan, con suma curiosidad. Las niñas observan mi vestido con aire ensoñador y una de ellas, le grita a su mamá que Liam y yo somos como Cenicienta y su príncipe. Debo admitir que no están para nada lejos de la realidad.

—Supongo que yo soy el elfo doméstico. —Se queja Olivier.

—O el hada Madrina. —bromeo.

—O el burro de Shrek. —participa Liam. La carcajada que suelto toma por sorpresa a algunas niñas, ya que no soy el tipo de persona que se ríe quedito. Para nada, soy de esas que cuando se ríe la escuchan hasta en las profundidades del Mar Muerto. Mi risa es grotesca, poco femenina y es una mezcla entre el ruidito que hacen los cerdos y un motor a punto de descomponerse.

Más que su Alumna - Ya en libreríasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora