Cuarenta y tres.

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—Tu suegrito sí que se luce

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—Tu suegrito sí que se luce. —vocea Olivier campante, abriendo una de las puertas. Lo detengo por el hombro y evito que entre al carro.

—¿Vas a subirte así nada más a un auto desconocido? —aúllo consternada.

—Viene de parte del senador. ¡Ay, por favor, Violet! ¿Tú crees que si quisieran secuestrarnos nos mandarían una limusina?

—¿Puede mostrarme su identificación o algo que certifique que es la persona que dice ser? —Le pido al sujeto. Olivier menea la pálida cara tras escucharme.

—Es mejor prevenir que lamentar.

—Te adoro, pero te estresas más que una anciana, cariño. Aunque, después de lo que te pasó, es comprensible.

El sujeto rebusca entre sus pertenencias hasta que me pasa una tarjeta que certifica que, en efecto, trabaja para la compañía "Golden" que, a su vez, presta servicios de forma oficial al futuro presidente de esta nación. Llevan hasta la firma del senador Abraham Larsson.

Miro al sujeto recelosa, ya que no me siento cómoda con desconocidos. Mi actitud es el resultado de malos ratos, pero no quiero que nada de eso se repita, así que tras mucha insistencia de Olivier; decido entrar al auto.

—¿Sabías que las tarjetas de presentación también se pueden falsificar? —Me hace saber mi mejor amigo.

—No todas—interviene el individuo. —Las tarjetas de presentación de la compañía "Golden" son realizadas con un material especial que evita que sean falsificadas, basta con tocarlas para saber que son únicas. La familia Larsson suele contratar compañías de fabricación exclusiva, de manera que sólo ellos tengan acceso a un producto. Sucede con sus edificios, autos; inclusive con las llaves de sus departamentos.

Y bueno, todos los días se aprende algo nuevo.

***

La casa del senador Larsson no tiene nada que envidiarle al palacio de Buckingham. Calculo que tendrá más de cuatro mil metros cuadrados de área.

—Este lugar es más grande que el Madison Square Garden. —aprecia Olivier echando un vistazo por la ventana.

—Es una mega-mansión. —concuerdo, observando la forma en la que se extiende sobre la tierra.

Tiene tramos completamente rectos y otros que se arquean de formas singulares, probablemente si la miras desde el cielo te dará la impresión de que es un excéntrico bardo con demasiadas puertas y ventanas. Tiene tres pisos, pero construidos de forma tan futurista que si lo miras desde cierto ángulo; pareciera que sólo existen dos, ya que el de en medio; se encuentra casi oculto tras una marejada de árboles iluminados.

Hay una línea de autos iluminando la entrada. Luces titilantes bordean el camino de ascenso. Es inaudito que Liam haya crecido en un lugar así y trabaje como profesor universitario.

Más que su Alumna - Ya en libreríasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora