Cuarenta y Nueve

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¿Quién la mató?

¿Liam?

¿Adivinó que venía para este lugar?

Instintivamente me doy la vuelta, pero no hay nadie a mis espaldas.

Tomo el celular que irónicamente Liam me regaló, y llamo a la policía. La agente Rivers no me contesta y toda esta situación me da mala espina. Ella sigue sin dar señales de vida y tengo al mal presentimiento de que también la mataron. Lo huelo en el ambiente.

Me da rabia que Rocío se haya marchado de este mundo sin saber qué ocurrió con su hija.

La policía no demora demasiado en llegar, toman mi declaración y les explico que vine aquí a recoger algo. Les revelo que el mazo con el que la mataron yo lo compré, he visto demasiados casos policiales en la T.V y sé que tarde o temprano averiguarán que yo lo compré. Les invento que compré el mazo como regalo para mi padre, y uno de ellos me reconoce como la novia del hijo del presidente así que me deja ir, no sin antes decirme que se mantendrán investigando. Supongo que no quiere meterse en problemas.

Benditas influencias.

—Por favor, no le diga al hijo del presidente que sugerí que usted estaba implicada, por favor. —El oficial, un tipo rubio de bigote entrecano se rasca la cabeza al mirarme. Debe estar a punto de retirarse.

—Descuide, y por favor le pido que no se filtre mi nombre a la prensa. No quiero que se cree morbo a mi alrededor. —No debería usar el poder que tengo a costa de Liam, pero en estos momentos ya no me importa hacer lo correcto. Sólo quiero que él pague por lo que hizo.

Como tengo un mazo que comprar, regreso a la ferretería y obtengo otro.

No sé por qué fui tan estúpida. Debí venir y comprar el mazo hoy. Tal vez Rocío seguiría con vida si yo no hubiera puesto el arma asesina en su casa.

El pensamiento me deprime.

Pero como no me queda tiempo para llorar y como he perdido casi una hora de tiempo, debo apresurarme.

Mi tendencia siempre ha sido huir de aquello que me aterra. He escapado del mido tantas veces, otorgándole las armas para doblegarme, pero ya no puedo seguir haciéndolo.

Soy la única que puede brindar las pruebas necesarias para que se demuestre que Liam no es la persona buena que todos creen que es.

Quizá el incendio en el departamento en el que vivía fue provocado por él, para quedar frente a mí como un héroe. Tal vez sí soy su debilidad, pero eso representa una responsabilidad, al ser la única en todo esto que puede llegar más allá y atar los múltiples cabos sueltos que han quedado atrás.

Regreso al departamento de Liam, y logro eludir al servicio secreto a duras penas para entrar al departamento. Me disfracé de anciana de la limpieza y conseguí entrar, una señora viene a limpiar cada día y para ellos no es novedad encontrarla aquí.

Más que su Alumna - Ya en libreríasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora