[One_Shot] Retrato de un rey (Pareja: Nathloé)

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-Busco a Nathaniel Kurtzberg- -Nathasha- -¿Qué?- -Mi nombre es Nathasha Kurtzberg- el joven rubio bajo la mirada, era una chica de baja estatura de cabellos rojos tan largos como ella y ojos verdes oscuro -No, no, estoy seguro que El panadero dijo Nathaniel- -¿Panadero? ah, sí, así me dice Marin, lo hace para burlarse, es grosero, no sé que era lo qué le veía- las palabras de la chica llamarón la atención del joven rubio -¿tú eras novia Dupain-Cheng?- -no, éramos amigos del curso de dibujo- -um, bueno, por la forma que el Panadero hablaba de ti, pensé que eras hombre, pero resultaste ser mujer- -¿disculpa?- -estás disculpada- -¿qué tiene que sea mujer? me gusta ser mujer, es mejor que ser un hombre grosero- -nada, sólo que pensé que Adrinne estaba viniendo aquí para verse con un chico- -¿Adrinne? ¿La rubia?- -sí- -ella dejó que la pintara junto a Marin, estoy escaza de modelos y la galería me está presionando- -¡¿eres pintora?! ¿dónde se exhiben tus obras?- -en el Louvre- el rubio miró sorprendido a la chica -mientes, el Louvre es un museo- -en unas semanas se realizará un evento que busca recaudar donaciones, abrirá una galería y yo, junto a otros pintores, mostraremos nuestras pinturas, pagando una cuota, por supuesto-

El rubio caminaba por el estudio; con falso interés veía las pinturas mientras la pelirroja trataba de concentrarse en su trabajo, sus ojos se dirigían hacía el joven de forma constante -Disculpa, ¿podrías retirarte? si no tienes nada más que hacer, claro- -¿me estás corriendo?- -No, no, no, para nada, sólo que no me gusta tener personas cerca cuando trato de pintar- -¿no? ¿Y tu modelos? ¿Cómo le haces? ¿O los pintas a través de un vidrió- -No, mis modelos son parte de mi trabajo; para mí, no son diferentes de un pincel o este caballete- -qué pintora más fría e insensible- -¡No soy fría e insensible! ¡¡Yo me fundo con mis instrumentos cuando pinto!! ¡Lo que me rodea y yo nos unimos de forma que! ¿Qué te estoy explicando? Si ya terminaste de ver, vete, por favor- los ojos azules del rubio se posaron sobre el retrato de un rostro conocido; sus ojos, lo que él consideraba era lo más hermoso de ella, estaban cerrados; pero su cabello radiaba de belleza, descendía por sus hombros convirtiéndose en ríos de oro al rededor de su cuerpo -Sólo no quiero que algo les pase a mis creaciones, así que por favor- -píntame- -¿perdón?- -estás perdonada, ahora, píntame- -¿por qué?- -me gusta tu visión, quiero algo que resalte mi, mi, mi superioridad- -ahh, no lo sé, además, no tengo tiempo, me están presionando en la galería para presentar los cuadros que van a exibirse- -Bien, quiero que mi bello rostro sea visto por todos en París, ¿no dijiste que estabas corta de modelos?-

-El rasgo que más resalta tu belleza, es, es, es- la pelirroja buscaba algo que le resultara atractivo en el joven, lo veía de las puntas del cabello hasta las puntas de los pies, era un hombre atractivo, eso era innegable; pero, nada que realmente le, oh, espera -Tu pose- -¿mi pose?- -sí, es tan elegante, llena de seguridad, esos ojos bañados de orgullo puro, esa mueca de descontento sin llegar a al enojo o a la rabia, es la pose de un ser majestuoso, es la pose de la realeza, de, de, de un rey, un rey absoluto, un rey- -No sigas, no, mejor sigue- -¿Podrías ponerte en esta posición?- dijo la pelirroja al momento que sujetaba al chico de la cadera y lo colocaba cercas del cuadro nuevo que cambió. Le acercó al rubio un pequeño cajón de madera sobre el cual subió el pie del rubio, quien veía como la chica se colocaba entre sus piernas sujetando con delicadeza su pantorrilla y su talón buscando la posición correcta. La chica no prestaba atención al chico que al verla agachada a la altura de su entrepierna, sin sospechar las ideas que empezaban a llegarle. Posó su mano sobre la cabeza de la chica para jalarla al momento que ella se levantó; sin darse cuenta del gesto del rubio, la chica se dirigió a los brazos del joven que sólo veía el rostro de la chica con su mirada baja concentrada en su deber, sus mejillas rosadas como las de una niña pequeña, sus diminutos labios, rojos de haberlos mordido ella misma al pensar, labios que lo estaban llamando, labios que deseaba morder él. La chica levantó su rostro cuando terminó con la posición de sus manos, tomó la cara del chico para acomodarla; estaba sujetando su barbilla cuando pasó.

Los labios del rubio aprisionaban a los de la pelirroja que intentaba soltarse los brazos de él; cuando trataba de soltarse la chica cayó de espaldas jalando al chico que aun la sujetaba. Al caer al suelo, el chico volvió a besar a la chica que aun intentaba escapar; trataba de hacer fuerza con sus débiles brazos que parecían caricias más que forcejeos a los ojos del rubio que no se detenía. El rubio la sujetaba de los hombros con un brazo, mientras la otra se dirigía al pecho plano de la chica; el rubio sonrió sin dejar de besar a la persona bajo él, ella iba a ser la primera chica de pecho plano a la que se lo iba hacer. Tocó su cuerpo sobre la tela, su cuerpo era delgado y pequeño, su pecho plano a más no poder y sus mejillas rosadas antes de forma natural, ahora por la vergüenza; parecía una muñequita, una niñita, y su vergüenza, todo le indicaba al rubio que ella no estaba acostumbrada a esa clase de contacto, no sólo era su primera chica plana; tal vez él era su primera experiencia con chicos, el chico la beso con más fuerza, la idea le fascinaba.

Las manos de la joven recorrían el piso y los alrededores en busca de algo que pudiera ayudarla en su liberación; la chica soltó un fuerte grito interno al sentir las manos frías del rubio tocar su cadera. El rubio levantó la blusa morada de la chica para preocuparse de besar su ombligo, al ganar un poco de tiempo, la pelirroja trató recuperar el aliento, cosa difícil, ya que lo volvía a perder a cada vez que el joven depositaba besos entre sus caderas y las acariciaba con suavidad -No, no quieres hacerlo- dijo la pelirroja que seguía perdiendo la respiración -No, si quiero, eres muy linda y me gustan las chicas lindas- tomó a la joven de la cadera y desabrochó el pantalón -no, no, sabes o, lo que dices, te, a, arrepentirás- el rubio se detuvo cuando estaba por lamber entre las piernas de la chica, regresó a posicionarse a la altura de la cabeza de la chica y la miró con fijeza al preguntar -¿Tienes alguna enfermedad?- -No, no, pero, yo, yo no, no- -¿no sabes cómo se hace? tranquila, yo te enseño- dijo el rubio para después volver a besar a la joven bajo él, esta vez estaba seguro que era su primera vez con algún hombre. Frotaba con fuerza, su miembro contra la desnuda intimidad de la chica unicamente separada por el pantalón del chico.

La cadera del joven anhelaba abrirse paso a través de la entrepierna de la joven que se había vuelto cooperativa por el momento. Ella rodeó el cuello del chico con sus brazos, quién se llevó sus manos a su pantalón en un intento de quitárselo, trató de levantarse pero los brazos de Nathasha al sentir su ausencia lo jalaron hacía sí, el rubio no logró mantener el equilibro y al caer chocó contra la mesa de utensilios y varias pinturas cayeron sobre el joven enojándolo. El rubio se sorprendió cuando la mano de la chica tocó una de las manchas de pintura en su rostro, para después recorrer la pintura por su mejilla, su barbilla su cuello; sentir los pequeños dedos pintado recorrer su cuerpo, quería ayudarla, regreso a su labor de quitarse su molesto pantalón. La chica sujetó con sus manos el rostro del joven cuando se colocó sobre ella y se introdujo en su interior, apretado, pequeño, cerrado, un lugar inexplorado. Los dos estaban sintiendo un dolor profundo que los hacía querer gritar, la chica clavaba sus manos en la barbilla y el cuello de el joven que se extasiaba con la cerrada privacidad de la chica, la más pequeña que había sentido hasta el momento. Entraba y salía con gran dificultad, lo presionaba de una forma deliciosa; los dedos de ella remarcaban la pintura cada vez que sentía como él volvía a abrirse paso en su interior, entraba y salía cada vez más rápido, los dedos se clavaban con más y más fuerza, se mordía los labios para no gritar, no podía más, ella liberó un grito sordo, en cambio él, siguió entrando y saliendo un tiempo más hasta que se detuvo y se recargó sobre los hombros de la pelirroja para descansar.

-Gracias por pintarme, espero pueda repetirse- -fue un placer ¿quieres limpiarte en la ducha?- -sólo si entras conmigo- dijo sonriendo el rubio mientras se levantaba; cuando se volvía a subir el pantalón, de la nada le asaltó una duda -por curiosidad ¿por qué el panadero te llama Nathaniel?- -ah, eso es que él me conoce de antes de mi operación-

A petición de @Haruhi_Yukijira_8

A petición de @Haruhi_Yukijira_8

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