Tocar el cielo.

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Después de aquella noche le fue aún más difícil mantener la distancia con ella, buscaba cualquier pretexto para poder acercarse, verla aunque fuera un segundo, pero Carol lo evitaba, parecía que aquello que sucedió esa noche solo la había asustado y como un gato al que le salpican agua salía corriendo cada que veía llegar a Daryl.

Pasaba el tiempo en la cocina, o de lo contrario inventariando las municiones una y otra vez. Daryl la vigilaba a lo lejos, casi como su sombra, había olvidado la verdadera razón de su estancia, aún con el permiso de Negan prefería quedarse a pasear por los pasillos, a vigilar a los rehenes o simplemente cualquier tontería que le permitiera volver a estar cerca de Carol.

—No vas a poder seguir escondiéndote de mi —le dijo un día al verla salir a solas de la cocina. —Sé que lo haces a propósito, porqué.
—Daryl, no —bajo la voz y se mantenía  espectante a sus costados. —No lo entiendes, si él descubre algo, imagina que nos hubiera hallado en su cama, no estaríamos aquí.
—No le tengo miedo...
—Pero yo sí —dijo tajante —y me aterra el solo pensar en que podría hacerte tanto daño.
—A mí...te interesa lo que me pase.—la mujer comenzaba a cabrearlo. —No dejaré que te haga nada, no te preocupes por mí.
—No lo puedo evitar —se suavizó y tomo su rostro entre sus manos. —Daryl quisiera...
—Hazlo, sólo hazlo Carol...

Cerró los ojos y espero sentir de nuevo sus labios, un ligero roce de su boca le bastó, sintió su aliento.

—Ahora debes irte —se dibujó la tristeza en su rostro.
Daryl no quería dejarla ir. —Podría verte esta noche.
—Es casi imposible Daryl, me vigilan.
—Saldrán esta noche, tiene algo importante que hacer, Negan encontró una comunidad nueva, yo le pedí que me dejara solo por hoy, no se pudo negar e cumplido con lo que se le a dado la gana, merezco un día de descanso.

—No en mi habitación.
—No —detrás del parqueo, conozco un lugar, si alguien te ve solo dile que vas a encontrarte con Sherry.
Carol levantó las cejas sorprendida —de acuerdo te veré esta noche.

Espero a que los vehículos salieran, Negan le volvió a palmear la espalda con su sonrisa de siempre «mi buen amigo se merece un descanso» «pásalo bien» se subió al auto y los vio salir, no quedaban más que algunos miembros que no eran de su importancia, unos estúpidos fácil de manejar, lo hizo rápidamente y espero a Carol detrás de uno de los contenedores, creyó que no llegaría, pero la vio aparecer, mientras se abrazaba a ella misma intentando abrigarse del frío que su Delgado suéter rosa no cubría.

—Detrás del cubo de basura, este es el lugar.
Daryl refunfuñó, torció los labios y la tomo de la mano, caminaron bajo la obscuridad unos metros antes de llegar a donde uno de los custodios hacia su ronda. Lo que había sido antes un cuarto de servicio era ahora un pequeño invernadero.
—Eres ágil para llegar hasta acá sin que nos vieran, podrías escapar cuando quieras. —Carol miraba a través de la ventana al hombre que no se percató de su presencia.

Dixon la tomo por la cintura, a sus espaldas, deslizó delicadamente la punta de su nariz por su cuello percibiendo el aroma de su piel, flores de campo que le recordaban su infancia. Carol se concentraba en cada caricia, lo deseaba demasiado, las manos comenzaron el viaje a sus caderas, los muslos, la entrepierna, Carol estaba estallando, quería que siguiera, se dio la vuelta, podía contemplar el rostro duro del hombre al que amaba, con el cabello cayendo sobre su frente, sus ojos azules mirándola con deseo, la piel gruesa de sus manos tocándola suavemente, pidiéndola a gritos sin abrir la boca.

Sus labios se encontraron, la conexión  fue inmediata, se pertenecían por completo.

Daryl sujeto el suéter, su blusa impecable, los vaqueros ajustados, Carol sostuvo entre las manos el chaleco, lo abrazo antes de colocarlo en la repisa, el cinturón cayó, y el pantalón obscuro; volvió a sentir sus labios esta vez recorriéndole el cuerpo, estaba expuesta, sin pudor, Daryl tomó su mano derecha y comenzó a pasarla por su figura, las cicatrices de golpes a penas si se sentían en la yemas delicadas de Carol, ella beso cada una de ellas, los hombros, la espalda, el torso, sus manos, ya no tenía ninguna duda, lo amaba demasiado y si tendría que morir quería hacerlo con él, por él.

Al notarlo vulnerable entre sus manos, entregado a ella, siendo suyo, mostrando la confianza que le daba al dejarla sentir su piel, quería llorar de felicidad, por qué jamás pensó que pudiera llegar, pero no lloro, se envolvió en sus brazos, no quería separarse de él.

Daryl sujeto sus piernas que se apresaron a su cintura de inmediato y se adentró en ella, Carol echo la cabeza atrás sentía que podía llegar al cielo, Daryl era su cielo, le lleno de besos el rostro mientras el va y ven no cesaba, por primera vez se sintió completa, se sintió mujer.

Dixon froto sus labios con el pulgar, para después pasarlo por sus pezones la sentía tan suya, como jamás sintió a nadie, pues jamás había estado con alguien de la forma en que estaba en ese momento, todas las veces en que había tenido sexo había sido por qué lo obligaba alguien más, Merle, su padre, los "amigos", pero esta vez era diferente, estaba sintiendo lo que era hacer el amor por primera vez, y lo estaba haciendo con alguien a quien amaba, la veía y disfrutaba aún más, su cuerpo era perfecto, su rostro y cada gesto, cada gemido que su boca dejaba escapar.

Guardaban el momento, volvían a besarse, Carol se detuvo un segundo. Lo miro fijamente —te hice daño —pregunto Daryl apenado.

Carol negó con la cabeza y se dio la vuelta, tomo a Daryl entre las manos y volvió a adentrarlo en ella, él no podía detenerse aquella sensación era demasiado placentera, ella lo sabía, quería complacerlo, dar todo de ella por qué él lo merecía, él que la amaba aunque no se lo dijera con palabras, pero Carol lo sabía, lo sentía, lo podía ver, la amaba tanto como ella a él, como ningún otro podría, con esa humildad y facilidad de hacerlo.

Daryl se recostó un poco sobre su espalda, ahora era él quien besaba las ligeras marcas en la piel que seguramente una fuerte golpiza había dejado, frotaba cada una queriendo hacerlas desaparecer, para que ella no pudiera sufrir nunca más, por qué sabía lo que se sentía, todo ese dolor, la impotencia, de no poder hacer nada, de querer huir y no saber exactamente a donde, ellos estaban escapando uno al otro, ahora se pertenecían ya nada, ni nadie los podría dañar.

Por un momento se entrecortó su respiración, cerró los ojos y se dejó llevar, Carol sofoco un grito de placer, los dos habían alcanzado el paraíso.

La mujer de Negan .Donde viven las historias. Descúbrelo ahora