Capitulo 16

1.1K 90 9
                                    


Llego casi una hora tarde al trabajo. Bárbara me mira, sorprendida cuando paso junto a ella. Me había olvidado de llamar para advertirle de mi retraso, no es algo que hubiera pasado antes. Pero está bien. Ahora estoy compuesta. Los eventos hipnóticos de esta mañana pasaron. Para el momento que fuimos por caminos diferentes, la voz de Alfonso había adoptado su bajeza usual y tono casualmente confidente.

Pero cuando me siento en mi escritorio, meditando mientras reviso el contenido de mi bandeja de entrada, una sensación incómoda de preocupación me distrae. Me perdí antes, me di a él, mi cuerpo, mi voluntad... El ángel en mi hombro, muy abandonado e ignorado, alza su voz, incitándome a correr. Plegarias que escucharé sólo esta vez.

Pero no puedo huir de Alfonso. No ahora, ni todavía. Tom tenía razón: no es lo que yo quiera. Obviamente mi relación beneficia a la firma, mi carrera y así sucesivamente, pero en lo que me concierne, eso está más allá del punto. No puedo huir de Alfonso porque no quiero. Simplemente no tengo la voluntad necesaria para hacer que mis piernas se muevan.

Tom entra a mi oficina con su característica desconsideración. Bárbara está detrás de él con un encogimiento de hombros y una sonrisa antes de cerrar la puerta, dándonos privacidad.

—Tom, lo siento por no haber llamado a decir que llegaría tarde; yo... —Pero algo me detiene. El rastro de sudor que mancha su ceño, el sonrojamiento de sus mejillas y la rigidez de su mandíbula, todo eso sumado no puede significar nada bueno—. ¿Algo sucedió?

—¿No fue suficiente mi disculpa? —dice roncamente. Nunca he escuchado a su voz adquirir este tenor. Es fino, tosco; da indicios de un océano de rabia que amenaza con sumergir todo el edificio—. ¿No fui suficientemente sincero?

Niego con mi cabeza, no entiendo nada.

—Fui muy lejos la noche del viernes, sé eso. ¡Me disculpé por esa razón!

—Lo hiciste —digo, luego subo mis palmas en signo de confusión—. Lo siento, Tom, no estoy entendiendo. ¿Qué está pasando? ¿Qué te molesta?

—Él se lo llevó.

—¿Qué se llevó?

¡TODO!

El grito es tan fuerte que Bárbara se apresura a entrar como si esperará tener que separar una pelea. Pero cuando ve el rostro de Tom, ve el dolor, se retira y cierra la puerta de nuevo. Deseo que se hubiera quedado. Delante de mí está un hombre tan destrozado, no sería inverosímil si me dijera que alguien acababa de entrar a su casa y matado a sus hijos, violado a su esposa y robado un montón de posesiones. Pero Tom no tiene hijos, ni esposa y todas sus posesiones están aseguradas. Hasta donde sé, lo único que Tom tiene, la única cosa que le importa es su trabajo.

Me dejo caer en mi silla. Parece que el aire ha tomado un olor a sulfuro de presentimiento.

—¿Qué sucedió? —pregunto de nuevo. Pero lo sé. Sé que Tom se irá con los restos de su carrera empacados en una pequeña caja. Sé que su corazón ha sido aplastado con la misma callosidad que usamos para analizar los números de una división que está elegida para liquidación.

Y sé quién es el responsable.

Mientras deja que el silencio hable por él, me muevo de posición; Tom siempre ha sido capaz de provocar una mezcla de respeto e irrisión. Y él no pasó la línea el viernes. La destruyó. Si no estuviera asustada de dañar mi propia reputación, podría demandar.

El desconocido (AyA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora