II

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El que lucha contra nosotros nos refuerza los nervios y perfecciona nuestra habilidad.
                     Edmund Burke.

Hoy, decenas de chicos y chicas de dieciseis años se levantarán de la misma forma ; temblando, fatigosos, y con dolor de cabeza.

Yo ya estoy acostumbrada a todo eso. Aunque no precisamente por los nervios.

Creo que jamás en mi vida he estado nerviosa. ¿ Por qué iba a estarlo ? Tengo todo planeado, al 100 %. No hay nada que pueda cogerme de imprevisto.
Entrenamiento diario y pasar la Prueba (cosa que acabo de hacer). Y según me ha contado Price - la líder de Abandoned - esto no ha hecho más que empezar.

- ¿ Recuerdas lo que tienes que hacer ? - masculla Klaus, cerrando la puerta del coche y empujándome hacia el lugar donde ahora mismo se está celebrando la Ceremonia de Elección.

Asiento con firmeza, ajustándome la ropa de Abnegación que me han proporcionado.

- Infiltrarme en el grupo de iniciados destinados a Osadía, pasar la Iniciación, y acercarme al líder de Osadía, Eric - enumero en voz alta, recordando la conversación con Price.

- Bien - responde, echándole una ojeada a las puertas de la sala concéntrica, que acaban de abrirse dando espacio a una extensa barabunta de gente vestida con todos los colores - Espero que no la cagues esta vez.

Y con eso, que doy por hecho que él lo llama despedida, desaparece.

Sé lo que tengo que hacer, así que no pierdo ni un segundo más.

Localizo la ropa negra de Osadía, como borrones corriendo hacia las vías del tren, y los sigo.

Me cruzo con otros transladados, que están fatigados por la carrera.
Para aparentar, fingo subir los peldaños de la escalera que llevan a las vías con esfuerzo.

El repiqueteo del suelo anuncia la llegada del tren. Al contrario que los demás transferidos, no me cuesta subirme a él.
Pero de nuevo, para no dar la nota, una vez estoy dentro, me siento en el suelo con la respiración exageradamente acelerada.

- Bien hecho, iniciada - me felicita una chica con aretes en el orificio derecho de la nariz.

Sonrío tímidamente, y susurro como lo haría una abnegada :

- Gracias.

Abnegación. Ese es el lugar del que se supone que provengo. ¿ Por qué ? Es extraño que venga de otras Facciones y nadie me reconozca, pero no es anormal viniendo de un abnegado. Ellos son invisibles, insípidos, e infinitamente aburridos. Nadie se extrañará de no recordar mi rostro, ni siquiera los que nacieron en mi misma Facción.

Me pregunto de dónde eran mis padres, antes de convertirse en abandonados... ¿ Fue alguno de ellos osado, como yo ? ¿ Corren algunas de sus cualidades por mis venas ?

- Hemos llegado - anuncia la misma chica de antes.

Todos los osados, nacidos o no, se ponen en pie, a la espera.

Las puertas de los vagones se abren con un suave chirrido.

Los primeros gritos se hacen oír, algunos ya están saltando.

Río interiormente al ver las expresiones aterrorizadas de los trasladados. Después me recuerdo que también debo fingir estar asustada.

- Tú primero, estirada - bromea un chico de Verdad, aunque se nota que está muerto de miedo.

Yo me esfuerzo en negar el desafío, echándome hacia atrás.

- Bien, lo haré yo - sonríe pícaramente una chica de Erudición, y tengo ganas de detenerla y saltar antes que ella. Pero no lo hago, no. Eso sería una estupidez.

Espero a que solo queden un par de personas en mi vagón. Solo entonces me permito  tomar carrerilla y cruzar el vacío.

Aterrizo de pie sobre la gravilla. Un par de osados me miran asombrados, así que fingo cojear y mostrar que me he hecho daño en el tobillo. Entonces sonríen para sí mismos y apartan la mirada. Ya no hay nada que mirar.

Escucho un grito agudo. Me doy la vuelta, con el ceño fruncido.
Es una cordial, colgando del borde de la azotea ; No ha logrado saltar lo suficiente.

- ¡ Ayuda ! - grita horrorizada, pálida como una hoja de papel, mirando el suelo bajo sus pies.

Como abnegada que soy, me veo obligada a coger su mano y tirar de ella hacia arriba.

- Gracias - agradece con un suspiro. Suelto su mano rápidamente, y ella suelta una risilla por la reacción estirada.

- ¡ Iniciados ! - grita una voz grave y profunda, y todos se giran hacia el hombre que camina sobre el borde de un edificio como si fuera una simple acera- Mi nombre es Eric. Si quereis entrar a Osadía, es por aquí. Y si no teneis valor para saltar, entonces no perteneceis a Osadía.

FactionlessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora