XLII

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Solo encuentra la derrota aquel que deja de soñar.

El silencio reina en la habitación durante unos instantes.

Eric sigue sin saber qué decir, principalmente porque no está seguro del por qué de mi reacción.

Medio sonámbula, me arrastro hasta la cama, y me siento en el borde con dejadez. Dejo la prueba a un lado. Inconscientemente los ojos se me ponen llorosos.

- Eh - me llama, arrodillándose frente a mi y levantándome el rostro por la barbilla - No importa.

Mi labio tiembla. Es cuestión de segundos hasta que rompo a llorar.

Eric suspira, y me protege con sus brazos.

- No pasa nada, nena - susurra, juntando su cabeza con la mía.

- Me había hecho ilusiones - le confieso - me imaginaba a un pequeño Eric, con tus ojos azules, el color de mi pelo... los dos sosteniéndolo entre los brazos. Enseñándolo a ser valiente, jugando a tradiciones osadas.

- Y estás decepcionada - comprende, besando mi frente. Asiento, serenándome y secándome las lágrimas.

- Sí... aunque en cierta forma es mejor así - susurro con voz queda.

Eric me lanza una mirada extraña.

Los dos sabemos que nos guardamos un gran secreto, el uno al otro. Y están a punto de salir a la luz.

- ¿ A qué te refieres ?

Lo miro, cansada. Estoy harta, de todo.

- No quiero tener un hijo para que esté constantemente en peligro. No quiero tener un hijo para hacerlo sufrir.

Eric guarda silencio, expectante. Le devuelvo la mirada. Se acabó. Voy a hacerlo ; voy a contárselo.

- Se llama Abandoned - suelto.

FactionlessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora