XXXII

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No me cuentes lo mucho que me echas de menos, demuestra que quieres recuperar el tiempo perdido.

Despido a Zeke en la azotea, mientras llega el tren.

- Voy a echarte de menos - confieso, poniendo una carita triste.

- Y yo a ti - me abraza. Después se ajusta la pistola cruzada por la espalda, y mira hacia el tren, que acaba de llegar - Tengo que irme. Y haz las paces con Eric, ya han pasado cinco días.

Asiento con una pequeña sonrisa. Es increíble que no vuelva a verle hasta dentro de un mes.

- ¡ Y cuida a mi hermano por mi ! - grita antes de saltar.

- Uriah es mayorcito como para cuidarse solo - contesto, pero es tarde ; El tren se ha ido.

Desolada, doy media vuelta. Al contrario de los otros osados, no voy por el camino usual.

Cruzo la azotea, y llego hasta el poyete desde el que se salta hacia la red.

Osadía tiene dos entradas. Una es esta, otra está oculta a la vista de los demás. Si cada vez que tuviéramos que entrar en Osadía hubiera que saltar por aquí nos tiraríamos la eternidad saltando.

Pero esta vez me apetece hacer esto. Miro hacia abajo. Aún recuerdo la primera vez que salté por aquí, hace ya casi un año. Lo rápido que pasa el tiempo...

Salto, sin pensar más. El viento se arremolina a mi alrededor en la bajada. Cierro los ojos y disfruto.

Cuando aterrizo, no tardo mucho tiempo en ponerme en pie y dirigirme hacia el comedor. Voy a hacerle caso a Zeke : Voy a hablar con Eric.

Abro las puertas, y le busco entre la gente. Esta vez, para mi suerte, lo encuentro solo.

Camino hacia él, decidida, pensando en lo que decir, pero no se me ocurre nada.

Y como es de esperar, Eric no va a ser el primero en disculparse.

- ¿ Puedo hablar contigo ? - pregunto más flojo de lo que pretendía.

Él alza la mirada, y señala el banco de enfrente con un gesto.

Lo observo un buen rato antes de hablar. La piel bajo sus ojos ha adquirido un color liláceo por la falta de sueño, y la cara de cansado se le nota a kilómetros de distancia.

- Lo siento - digo sin más. Él me mira atento - No debí pensar eso, y no debí habértelo echado en cara. Entiendo que no quieras que todo el mundo lo sepa, a veces es agotador.

Callo, sin saber qué más decir.

- Vaya, y yo que creía que ésta iba a ser una charla poco amistosa - sonríe débilmente. Mira hacia abajo, hacia la mesa, durante un instante antes de continuar - Yo también te debo una disculpa. No debí haberte dado a enteder eso, y si tuviste esa impresión, debería haberme dado cuenta y habértelo explicado.

Lo miro sorprendida. No pensé que también se sintiera arrepentido.

- Y la actitud que tomé después... es imperdonable. Pero nena - suspira sonriendo - me sacas de quicio.

Suelto una carcajada, feliz de que todo esté volviendo a la normalidad.

- Entonces , ¿ todo bien ?

- Todo bien - confirma, y yo me relajo aliviada.

- Te he echado en falta - confieso, mirándole a los ojos azules tan bonitos que tiene - Y no sabes las ganas que tengo de darte un beso.

Para mi sorpresa, Eric se levanta y se cambia de su lado de la mesa al mío.

Me sienta sobre la mesa con suavidad, y mete su cuerpo entre mis piernas. Entonces, se acerca lentamente y me besa.

Es un beso distinto a los demás, dulce, tierno. Y me gusta. Me gusta mucho.

Escucho las exclamaciones de sorpresa, los silbidos y los gritos divertidos, pero en este momento lo ignoro.

Coloco mis brazos alrededor de su cuello, y me pego más a él.

Ahora mismo, me siento completa. Me siento libre.

FactionlessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora