IV

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El verdadero valor consiste en saber sufrir.
                                 Voltaire.

Un sonido metálico me despierta.

Abro los ojos de golpe, incorporándome bruscamente. Pero descubro que no es la vara de hierro, amenazante y con ganas de clavársele a uno en la piel de Klaus.

Uno se despertaba así todos los días, con el frío del metal pegado a la cara, advirtiéndote que un solo error será tu perdición.

En comparación, la taza que golpea Cuatro contra la barandilla del dormitorio de iniciados para levantarnos es un simple juguete inofensivo.

- En la sala de entrenamiento, en diez minutos - ordena monótonamente, saliendo del cuarto.

Entonces, los iniciados reaccionan.

Se produce un intenso alboroto por toda la habitación. Unos cepillándose el pelo, enjuagándose la cara, aprovechando el último minuto de sueño...

Estoy entumecida por el frío, y me lleva cinco minutos enteros ponerme la nueva ropa osada que nos entregaron ayer.

La mía consiste en unos leggins ajustados con unas líneas a la altura de las rodillas, una camiseta ajustada de tirantes, y una chaqueta de cuero. Todo negro, por supuesto.

Voy recordando los pasillos que me llevan al comedor.

Cuando entro, la mayoría de las mesas están vacías ; la vida en Osadía ha empezado hace mucho.

Agarro una bandeja, y me sirvo un poco de todo, aunque no tenga ganas. La experiencia me ha enseñado que no es bueno luchar con el estómago vacío.

Localizo a Jace en una de las mesas del centro, y me siento junto a él.

Los dos nos miramos, sin decir palabra, y asentimos con la cabeza a forma de saludo.

Es bueno tener a Jace de aliado. No es muy alto, de hecho es unos centímetros más bajo que yo, pero es fuerte y rápido. Y sabe utilizar el cerebro, cosa que también suma puntos. En resumen, es mejor no meterse con él.

Desayunamos en silencio.
La comida es parecida a la de Abandoned, aunque mucho más abundante. La Organización ha tenido que ir reservando comida que recogen de los abnegados cada año para poder formar la cantidad suficiente para mantener a nuestro pequeño y joven ejército.

- Listo - anuncia, seco.

Asiento y me levanto. Yo también he terminado.

Dejamos la bandeja, y nos dirigimos a la sala de entrenamiento. Aún quedan dos minutos.

Cuando llegamos, la mayoría de los iniciados ya están dentro.

Nos unimos al grupo, aunque quedando algo separados del jaleo.

Todos cuchichean, tratando de adivinar qué es lo que haremos, cuando podrán comprarse ropa nueva y cientos de cosas más.

Yo me limito a observar fijamente a mi compañero, a los ojos, como una batalla de miradas.

El silencio se abre cuando la puerta se cierra. Me giro, como los demás. Es Eric.

- ¿ A qué esperamos, Cuatro ? - masculla, malhumorado. O quizás no lo esté, y ese sea su ánimo constante.

- A ti, entre otras cosas - responde fríamente. Es más que obvio que hay cierta tensión entre ellos. Me pregunto porqué será.

- Pues ya estoy aquí - señala burlón. Cuatro rueda los ojos.

- La iniciación de Osadía se basa en tres etapas - comienza, paseándose frente a nosotros - La primera es púramente física. Os enseñaremos técnicas básicas de combate, cómo disparar un arma, entrenaremos vuestro cuerpo para llevarlo al límite. La segunda, es mental. Os enfrentareis a un conflicto y tendreis que encontrar la forma de resolverlo, como lo haría un osado. La tercera combina ambos rasgos. Os enfrentareis a vuestros peores miedos. El puesto que quedeis en la Clasificación determinará el trabajo que ocupareis en la Facción, y también...

- El Corte - interrumpió Eric, dejando de apoyarse sobre la mesa de metal y enderezándose- Os evaluaremos durante y al final de cada etapa. Los cinco iniciados peor clasificados estarán fuera.

El silencio se acentúa después de aquella frase. Sé lo que tienen que estar sintiendo los transferidos ; miedo. Es lo mismo que sentía yo al hacer la Prueba. Si no pasas, tu futuro, toda tu vida está arruinada. Durante unos segundos, me permito compadecerme con aquellos pobres que no lo consigan.

- Para que quede claro - continúa - Si quedais por debajo de la línea roja, tendreis que abandonar la sede. No podeis volver a vuestras antiguas Facciones, así que vivireis como abandonados.

Abandoned , quiero gritarles , trabajareis para Abandoned.

Eric sonríe satisfecho, al ver que su pequeño discurso ha tenido el efecto esperado.
Algunos trasladados incluso tienen los ojos aguados por las lágrimas.

La guerra acaba de empezar.

FactionlessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora