XIX

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Creemos, no sólo en palabras audaces, sino en los hechos audaces que las acompañan.
       Manifiesto de Osadía

Una lágrima cae por mi mejilla, al ver el cuerpo inerte de Jace.

Cuando salgo de la simulación, esa lágrima aún cae por mi rostro, como un reflejo paralelo de mi otro yo.

- Bien hecho, iniciada. Seis miedos, cuatro minutos, nada mal - me felicita Eric, anotando el resultado en el ordenador.

Yo me levanto bruscamente, y me pongo con la cara pegada a la pared, apoyando la frente en ella.

- Ya está - me susurro a mi misma - se acabó.

Pero a pesar de que intento ser fuerte, de que intento no llorar, me es invitable.

Siempre he odiado a la gente llorona. Siempre he odiado mostrarme débil. Pero supongo que ver tus mayores miedos, uno detrás de otro, te pone un poco sensible.

- ¿ Arelys ? - la voz confundida de Eric suena a mis espaldas, muy cerca - ¿ Estás bien ?

- ¿ Y si no consigo superarlo mañana ? - pregunto secándome el rostro y volviéndome hacia él - ¿ Y si no paso la tercera etapa ? ¿ Y si me convierto de nuevo en una Sin Facción ?

- ¿ De nuevo ? - repite, frunciendo el ceño. El silencio se alarga unos instantes, en los que mi vida está en juego, hasta que vuelve a hablar - reúnete conmigo esta noche en las vías del tren. Avisa a los demás iniciados. Y que no lo sepa Cuatro.

Asiento, aún afectada, y sin más salgo de la sala. Eric me acompaña para llamar a un nuevo iniciado.

Cuando llegamos a la sala donde los transferidos esperan, y veo a Jace sentado y nervioso, no puedo evitar correr hacia él y darle un fuerte abrazo delante de todos.

Algunos cuchicheos se despiertan, y siento la mirada de Eric y Cuatro clavada en mi espalda, pero no me importa lo que la gente piense.

- ¿ Estás bien ? - susurra Jace sobre mi oído.

- Sí. Tú estás bien - río aliviada.

- Jace - interrumpe Eric, mirándonos fríamente - Tu turno.

Mi amigo asiente, y se apresura a seguir a Eric por el pasillo.

- ¡ Suerte, estirado ! - le deseo con una casi imperceptible sonrisa antes de que gire la curva.

(...)

El ambiente es más que tenso en el dormitorio de iniciados.

Cada uno en su propia cama, o sentados en el suelo, hechos una bolita e incapaces de hacer que sus miedos vuelvan a ser recordados una y otra vez.

Si ya es una tortura tener que pasar por ellos, más aún es que, habiéndolos superado, sigan atormentando tu memoria.

Algunos incluso temen cerrar los ojos.

Y después está el asunto de la Prueba final. Mañana será la prueba real, la definitiva, para la tercera etapa.

Si no la superamos, no nos convertimos en miembros de Osadía. Aún no estamos librados del todo ; aún puede caer gente por el camino.

- ¡ Eh, oídme ! - alzo la voz entre el murmullo, colocándome en el centro de la habitación. Todos los iniciados guardan silencio, y me miran expectantes - Vamos a las vías del tren, ahora. Órdenes de Eric.

Algunos mascullan, incorporándose, creyendo que el instructor nos tiene preparada una carrera nocturna o algo parecido. Pero algo me dice que no es así.

FactionlessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora