Capitulo 26 - Silvana

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                                 Cuando Silvia se sentó a tomar el desayuno, todos estaban en la mesa. De pronto, su madre y Nana se echaron a reír, a continuación, Antonio también se echó a reír.


— Oye, ¿cuál es la broma? Puedo saber también? - Ella preguntó.


— No es ninguna broma hija. - Marina dijo, sin dejar de reír.


— Bueno mamá, voy a la escuela. Chau! - Antonio dijo, levantándose de la mesa.


— Buena clase hijo! - Dijo ella, sonriendo.


                                   Nana y Marina se miraron entre sí y se reíron de nuevo.


— Bueno, ¿por qué la risa? ¿Qué es tan gracioso? ¿Cuál es la razón del buen humor por la mañana? - Preguntó Silvia.


— Ni siquiera sabes Silvia? - Preguntó Nana.


— Lo que no entiendo es su mal humor, por lo que sabemos su noche no fue la peor. - Dijo Marina.


— No tengo idea de lo que estás hablando. - Dijo Silvia.


— Bueno, tengo que ir al apartamento de Jorge, entregar las zapatillas que él olvidó, o las quieres entregar tú misma, Silvia? - Nana dijo, y se rió de nuevo.


                                  Silvia  casi se atragantó con el trozo de pan que comía. Luego se llevó la mano a la cabeza y se echó a reír.


— Pueden reírse, puede reírse. Ahora yo entiendo.


                                    Nana y Marina volvieron a reír.

         

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                                    Cuando Silvia llegó a la agencia envió un mensaje a Jorge.


"Hey, te voy a matar! ¿Cómo se olvida de sus zapatillas en mi casa Jorge? Esta mañana todos se reían de mi fallido intento de ocultar el hecho de que te acostaste conmigo en casa... Bueno, pero fue una noche maravillosa. Así que... te perdono. Hasta pronto, un beso. "


                                   Minutos después, ella recibió una respuesta.


"Lo siento, pero estaba en tal prisa que no me di cuenta ... cuando las  eché de menos, ya había salido de su apartamento. También me encantó nuestra noche. Besos. "


                                         Priscilla entró en la oficina y ella estaba sonriendo.


— Estás de buen humor! - Priscilla dijo, sonriendo. - Yo no quiero que eso cambie, pero tengo que decir que Angela acaba de salir de aquí. Pidió ver al libro de contactos de los artistas que se presentan en las fiestas y terminó tomando el libro y lo llevó.

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