Capitulo 43 - Traición

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                           Pasaron un par de horas besándose y intercambiando caricias, hasta que Jorge se dio cuenta de que se estaba haciendo tarde.


— Mi amor, vamos. En un breve periodo de tiempo, creo que el sol se pondrá.


— Es verdad. Creo que tomamos más tiempo de lo que deberíamos. No se dio cuenta Rodrigo?


— No sé, pero es mejor que volvamos al hotel. - Dijo, y se levantó.


— Sí ... Me encantó nuestra tarde. - Ella dijo, levantándose bien y poniendo sus brazos alrededor de su cuello. - Prométeme que vamos a volver aquí algún día?


— También me encantó. No importa dónde estoy, si estás a mi lado, estaré feliz. - Sonrió. - Por supuesto que volveremos.


                               Se vistieron y regresaron al hotel. Silvia fue primero para no despertar sospechas. Cuando llegó a la habitación, llamó por Rodrigo Otávio, pero no lo estaba. "¿Enpeoró? " Ella pensó, y decidió buscar por el hotel, no debería haber ido lejos. Se fue al restaurante del hotel, pero él no estaba allí, buscó en la recepción y en las zonas de ocio, pero también no lo estaba. Silvia ya estaba regresando a la habitación cuando un empleado del hotel se acercó a ella.


— Señora, me di cuenta de que usted busca a alguien. ¿Puedo ayudarle?


— Yo estaba buscando a mi novio, estoy con él en la habitación 218, creo que ya debe de estar ahí, creo que nos perdimos el uno al otro.


— Es un hombre alto con el pelo corto y  jóven? Creo que tiene un lunar al lado de la barbilla ... - dijo el funcionario cuidadosamente.


— ¿Si porque?


— Señora, no me gusta el chisme, pero eres tan hermosa, que no se lo merece.


                         Silvia sintió que su corazón se aceleró y se le bajaba la presión.


— No entiendo, no merezco el que?


— Vi llegar a su novio en la sauna hace un rato con una rubia muy bonita, y parecían muy felices ...


                              En ese momento, uno de los huéspedes apareció en el pasillo y el empleado se detuvo.


— Bueno, tengo que ir.


— Gracias por la información. - Silvia agradeció furiosamente. - No puede ser ... - hablaba por sí mismo, el empleado se había ido.


                                  Segundos más tarde Silvia  llamó a la puerta de Jorge con insistencia. Él abrió asustado y ella entró antes de que pudiera decir nada y comenzó a hablar.


— Está haciendo trampa conmigo. El desgraciado me engaña. No puedo creer, ¿cómo? Y era tan perfecto, tan caballero, tan cursi, no lo puedo creer! Lo desgraciado! -  Dijo a la vez.

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