Capitulo 45 - Vivo

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                           Jorge y Silvia habían pasado unas cuantas horas en busca de un hotel, pero ninguno de los cuales encontraron  agradó Jorge. O él creía que eran demasiado exigentes para el servicio y se negaba a pagar, o encontraba un defecto en el alojamiento. Silvia se impacientaba, porque tendrían que pasar sólo una noche en la ciudad, y no habría ninguna diferencia.


— No puedo esperar para encontrar un hotel decente sabe? Pero en esta ciudad es difícil ... - Habló mientras caminaban por una de las calles del centro de la ciudad.


— La culpa es tuya. Tú te quejas de todo. Debía quejarte de tu coche, que es muy incómodo. - Ella dijo, burlándose de él.


— Escucha, no hables de mi coche, ya que ha proporcionado muchos momentos buenos para nosotros.


— Tienes razón. - Sonrió. No podía negarlo.


— Después de este viaje para llegar hasta aquí sólo quiero dormir, ¿sabes?


— Al igual que no voy permitir que duermas y pierdas las maravillas de este lugar.


— ¿Pero qué maravillas? Este lugar no tiene nada que ver ... más allá de esa mesa de billar que hemos visto, por supuesto. Incluso el notario tuvo que ir a otra ciudad autenticar un documento.


— Te equivocas. Tiene cosas increíbles para que hagamos en las proximidades.


                                       Él se rió.


— Por cierto, vamos a empezar por echar un buen paseo. - Añadió.


                                         Parecía que se estaba volviendo loca.


— Caminar? Y ya no pasamos horas caminando?


— No, estoy hablando de hacer el sendero tonto. Cuenta con senderos maravillosos, sólo necesitamos cambiar la ropa.


— Oh, no ... Silvia hacer el sendero es muy lejos de mi idea de diversión. Yo no voy a meterme en una pista contigo ni que la vaca tos.


— cof cof - Silvia, respondió y comenzó a reírse.


— Silvia, comportáte.


— Tú vas a hacer el sendero.


— No voy.


— Va.


— No voy Silvia. ¡Yo no voy!



                                                Media hora más tarde, los dos comenzaron a recorrer el sendero que Silvia había elegido. Al final del camino había una cascada que ella realmente quería que Jorge conocera. El lugar era muy bonito. Rodeado de muchos árboles y flores, no había personas cercanas por allí. Sólo los dos caminaban en silencio. Veinte minutos más tarde, Jorge habló.

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