Capítulo 22 - Mojados y desnudos

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— Me besaste lo suficiente? Puede dejar que me vaya ahora? - Ella le preguntó después de que él despegou sus labios de los de ella.


— Suficiente por ahora. - Dijo, saliendo de la bañera. Entonces él la ayudó a salir también.


Se quitaron la ropa mojada y pusieron los albornozes que estaban en el cuarto de baño. Silvia se secaba el pelo con una toalla, mientras que Jorge aún estaba en el cuarto de baño.


— ¿Será posible? Cada vez que me encuentro con este hombre tengo que terminar mojada y desnuda? - Habló, pensativa.


Cuando se volvió, Jorge la miraba.


— ¿Yo dice eso en voz alta? - Le preguntó.


— Yo oí. - Jorge dijo y se rió. - Creo que es inevitable quedarmos mojados y desnudos cada vez que nos vemos.


— Vaya que eres tan gracioso. - Ella dijo irónicamente.


— Y entonces siempre hacemos otra cosa también. ¿Qué es lo que sucede? Ah ... me ordenaste olvidar.


— Haces todo lo que digo? Igual a un perro entrenado?


— Si yo soy un perro, usted es ...


— No te atrevas a terminar la frase si tiene amor por su vida! - Ella lo interrumpió.


— . Se me olvidó pero no fue debido a que me ordenaste.Se me olvidó porque lo que ocurrió no significó nada. Fue mera sexo casual. No tenía ninguna importancia.


— ¿Cómo?


— Exatamente lo que oíste. Estas cosas totalmente desechables que pasan en una noche.


— Desechables? - Ella lo miró, parecía molesta.


— Espera, lo siento, lo que estábamos hablando? - Dijo, fingiendo haber olvidado.


Ella se dirigió hacia él. Se acercó y tiró del cuello de la bata, se llevó su boca a la oreja. Lo mordió y corrió a través de su cuello con el labio para llegar a la boca. Lo besó hasta que sintió que le faltaba el aliento.


— Vamos a ver si olvidas eso. - Dijo ella, poniendo sus manos en sus caderas.


— Mujer, vas a dejarme loco.


Él se acercó y agarró su cintura. Se llevó la boca a su oreja y la mordió.


— Sólo albornoz y nada debajo. Me encanta. - Susurró y ella se estremeció a la vez.


Él comenzó a besar su cuello y quitó su albornoz. Luego quitó el albornoz de ella. La tiró de la mano y la llevó a la cama. La tumbó y se subió encima de ella dejando una pierna a cada lado de sus caderas.


— Te extrañé, ¿sabes? - Acarició su rostro.


— Extrañaste el sexo casual y desechable? - Le preguntó, mirando a los ojos.


— Sabes que no. Usted sabe que aquí es mucho más que "sexo casual". - Dijo, sosteniendo su barbilla.


— Mira, ¿cuándo va a comenzar a besarme?


Él sonrió. La besó en la barbilla y empezó a bajar por su cuerpo hasta llegar a la altura del ombligo. Descendió un poco más y se estableció para poner su cabeza entre sus piernas. Sus caricias hacían que Silvia se arquease hacia atrás. Ella agarró el pelo de él y él levantó la vista hacia ella. La miró, ella abria la boca por lo placer que sentía con cada movimiento que él hacía.


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