Capitulo 42 - Bahamas - Parte 2

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— Hey, funcionó? - Le preguntó, antes de que ella pudiera decir nada.


— Sí. Está ahí en la cama, durmiendo como un ángel .. Cuando llegamos a la habitación intentó abrazarme, pero me desvié. Dije que quería irme al baño y cuando volví estaba durmiendo. Santa pastilla.


— Sabía que ibas a lograr! - Celebró. - En unas pocas horas voy a estar allí.


 — No puedo esperar. - Ella dijo, y dejó escapar un bostezo.


— Yo también. Creo que estás cansada del viaje.


— Sí. - Ella dijo, y volvió a bostezar. - Necesito dormir.


— ¿Y dónde vas a dormir? No vas a dormir en la misma cama con él.


— Jorge! Está inconsciente, casi muerto. No va a hacer nada para mí. ¿Dónde quieres que duerma? ¿En el piso?


— Nunca dejaré mi prometida dormir en la misma cama con otro hombre. Ni que este hombre fuera el Papa.


— ¡Dios mio! Como eres celoso.


— Mira, vaya a la recepción y vas a pedir una llave de la habitación 220 en nombre del Sr. Salinas. Ya he llamado antes para autorizar la entrega. Véte a mi suite y duerme allí. Mañana por la mañana voy a llegar y vemos cómo lo hacemos.


— Es increíble, tú piensas en todo. - Ella se rió. - Muy bien, mi hombre celoso.


— Te quiero, ¿sabes?


— Lo sé, porque te amo demasiado. Ahora necesito dormir. Yo mando muchos besos. Duerme bien.


— Buenas noches mi amor. Te envío millones. Soñaré contigo. Adiós.


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                                            Al día siguiente, Silvia estaba durmiendo cuando alguien comenzó a besar su oreja, luego corrió sus labios sobre su rostro y comenzó a besarla en la boca. Todavía tenía los ojos cerrados, pero se asustó y empujó a la persona que estaba sentada en la cama a la vez. Sólo entonces se dio cuenta de que Jorge estaba sentado en el borde de la cama y le sonrió.


— En serio, estás tratando de matarme? - Ella dijo, poniendo su mano en el pecho. - Me pareció que era Rodrigo. - Dijo, y luego recordó que estaba en la suite de Jorge. - ¿Qué hora es? Oh, Dios mío, ¿se le ha despertado Rodrigo?


— Calma mi amor, son muchas preguntas. Uno: No, nunca trataría de matar el amor de mi vida. Me moriría también. Dos: Son siete horas y cuarenta y cinco minutos de la mañana. Y tres: yo creo que no se ha acordado, el medicamento dura aproximadamente ocho horas, entonces debe de despertar en unos quince minutos. - Dijo, y sonrió.

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