Capítulo 6 ☺

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Capítulo 6 ☺

Era difícil creer que alguien como yo fuera una amante de la química, pero así lo era. Se me daba bien desde pequeña y me gustaba.

La clase en el laboratorio de química era mi favorita en la universidad, aunque seguramente sería muchísimo mejor si la persona que la diera no fuera la señorita Fletcher, una anciana con arruguitas alrededor de los ojos, el cabello blanco y anteojos polarizados… Y aun así le debíamos decir «Señorita» Qué ironía ¿no?

Alice se sentaba junto a mí.

Teníamos más o menos las mismas clases pero casi en ninguna estábamos juntas, más que en esta. Mientras todos tomábamos notas de lo que la anciana Señorita Fletcher escribía en el pizarrón acerca de la tabla periódica, Alice dibujaba en su cuaderno corazoncitos.

Le di un codazo.

—¿Y a ti que te picó?— susurré bajito para que nadie me escuchara en medio de ese silencio incómodo y sepulcral de la clase.

Alice sonrió.

—¿Recuerdas a Marielle? ¿La chica pelirroja?

¡Cómo no acordarme!

Ya había pasado dos semanas desde lo del comedor. De vez en cuando me la encontraba en los pasillos y me hacía una sonrisita tímida. Yo sólo asentía con la cabeza en forma de saludo, pero nunca hablaba con ella ni ella conmigo, gracias a Dios.

—Sí, ¿por qué?

—He estado volviéndome su amiga, ya sabes, no conoce a mucha gente aún… era como nosotras al principio— Alice parecía recordar viejos tiempos—. Cómo sea, ayer fui a su dormitorio que está en el mismo pasillo que el nuestro, por cierto… ay bueno, de nuevo me desvío del tema… El punto es que decidí que tenía hambre y ¡adivina qué!

—¿Qué?— susurré de mala gana.

—Bueno, averigüé que es la hermana de Nicholas Drummond— dijo un poco alto, haciendo que al menos la mitad de la clase se volviera hacia nosotras.

La ventaja de que la Señorita Fletcher no tuviera nada de señorita, era que estaba un poco sorda y no escuchaba muchos de los murmullos de la clase.

Alice y yo reímos silenciosamente.

—¿Apenas lo descubriste?

Eso lo había deducido yo desde que la chica se había presentado con nosotras.

—¿Ya lo sabías?— susurró sorprendida.

Me encogí de hombros.

—Lo deduje… pero, ¿eso qué tiene que ver con tus dibujitos cursis?— señalé su cuaderno— Espera, déjame adivinar, ¿te enamoraste de Nicholas-el-tarado-Drummond mientras le pedían dinero?

Alice frunció el ceño y negó con la cabeza.

—¡Dios, qué cosas dices! ¡No!— exclamó fuertemente.

La «Señorita» Fletcher se volvió hacia nosotras.

El volumen de Alice había sido lo suficientemente alto como para que la anciana se percatara.

Alice la discreta, sí señor.

—¿Tienen ustedes dos algo interesante qué compartir sobre la clase, Señorita Humphrey?— preguntó con su voz gangosa.

—No hoy, señorita Fletcher— contestó enérgicamente mi amiga.

Ambas nos volvimos a nuestros respectivos cuadernos como si nada pasara hasta que la ancianita se volvió de nuevo al pizarrón.

Let it GoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora