Capítulo 13 ☺

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Capítulo 13 ☺

—Deja de parpadear— decía Alice mientras me enchinaba las pestañas con una cuchara.

—No te muevas— dijo después Marielle, que me terminaba de hacer rulos en el cabello.

Dios, era Nick. No era nadie especial a quien impresionar, no entendía por qué las chicas hacían esto conmigo. Esta no era yo.

—¿Por qué no puedo ir como siempre?— me quejé, cruzándome de brazos.

—Porque es una cita— contestó Marielle.

—Y una cita es algo importante— añadió Alice,

Resoplé.

—Ya acabé con tu cabello— anunció Marielle con una sonrisita de autosuficiencia.

—Genial— dije sin ánimos.

—Espera… no te puedo seguir maquillando hasta que elijas qué es lo que te vas a poner— dijo Alice cruzándose de brazos.

Entrecerré los ojos.

—Ya estoy vestida, Alice, por si no lo habías notado— señalé mis jeans y mi suéter morado de lana.

Ésta puso una cara de asco.

—No, me refiero a ponerte algo enserio— se cruzó de brazos—…creo que tengo algo que te puede quedar bien.

Caminó hacia el armario y comenzó a rebuscar.

—¿Qué tal éste?— dijo Marielle, sacando un vestido azul.

Mis ojos estallarían al verme en un espejo con eso puesto.

—¿Estás loca?

Marielle rió.

—Bien, bien… busquemos a ver qué más hay.

En la próxima media hora, había entrado y salido del baño tantas veces que merecía estar en el libro de Los Récords Más Estúpidos. Me había medido cientos de vestidos de Alice y ninguno me agradaba.

Marielle fue a rebuscar algo que sirviera en su dormitorio y volvió con una montaña de ropa.

—¿Te gusta este?

—Muy formal.

—¿Y este?

—Muy colorido,

—¿Y este?

—No soy Agatha Fitzgerald.

—¿Qué hay de esta falda?

La falda no estaba tan mal. Era de un bonito color azul con holanes y quedaba un poco más arriba de la rodilla.

—Bien.

—Sólo que… no tengo nada qué usar con eso— comentó Marielle decepcionada.

Alice aplaudió, emocionada.

—Suerte que yo sí.

Sacó del armario una camisa blanca de manga corta que me fajé en la falda. Cuando me la puse me sentía cómoda. No era el estilo de ropa que solía usar, pero me gustaba. Para los zapatos, me rehusé firmemente a usar tacones, por lo que todas estábamos de acuerdo en que usaría unos zapatos de piso de Alice.

Cuando dieron las ocho, tocaron la puerta del dormitorio y mis manos comenzaron a sudar. Alice aún estaba haciendo su “magia” en mi rostro y no planeaba que Nick me viera para luego burlarse.

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