Capítulo 10 ☺

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Capítulo 10 ☺

—Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda— repetía continuamente mientras Nicholas y yo “patinábamos”.

Él sólo reía y me acercaba más a él.

—Sólo por curiosidad… ¿siempre dices «mierda» tan seguido?

Lo miré entrecerrando los ojos.

—No. Casi nunca. Algunas veces. Sí— me rendí—. Cuando algo malo pasa, mi boca automáticamente lo dice. No lo pienso, sólo lo digo como una reacción.

Nicholas se rió como si esa fuera la idea más absurda. Le volví a dar un codazo como pude.

—Deja de burlarte de mí, Nicholas— le advertí, aún concentrada en patinar como él lo hacía.

No era fácil.

A lo lejos pude ver patinando a Alice y a Marielle. Cuando me vieron agarrada de Nicholas, ambas frenaron con los patines y se miraron con complicidad.

Las dos tontas me señalaron haciendo un corazón con sus manos. Frunciendo el ceño, me imaginé matándolas de mil maneras en ese momento. Les hubiera hecho una seña obscena de no haber sido porque ambas manos las tenía sujetadas por Nicholas, gracias a Dios.

—Llámame Nick, ya te lo había dicho— comentó éste sin quitar la sonrisa.

—¿Nick? Hmm… no lo sé— se me escapó una risita—. Suena raro. Nick…— probé—Nick… Nick… Nick… ¡AY POR DIOS NICK! ¿QUÉ DIABLOS HACES?

Nick (era extraño pensar su nombre de esa manera) de pronto quitó su mano de mi cintura y me soltó.

—¡MIERDA!

Mis pies automáticamente olvidaron cómo patinar y se dejaron llevar por las navajas de los patines que estaban encajadas en el hielo y cada vez se separaban más una de la otra, obligándome a abrir las piernas tanto que dolía.

—¡NICHOLAS! VEN AQUÍ AHORA— grité histérica.

Volvió a reír ¡vaya novedad!

—No, hasta que dejes de llamarme así. Suenas como mi madre cuando se enfada. Sólo me llama así cuando estoy en problemas…

Ahora tenía la posición de alguien que montaba a un caballo y era vergonzoso. Aun así, ese tarado no se acercaba, sólo daba vueltas alrededor de mí hablando no sé qué babosadas.

—HABLO ENSERIO, VEN AQUÍ— lloriqueé.

—No hasta que prometas que me llamarás Nick.

—¡Eso y un cuerno! Es una tontería. Ven aquí ahora.

—«Mierda, prometo que te llamaré Nick y olvidaré que te llamas Nicholas»— dijo fingiendo mi voz.

Fue una imitación muy buena que me robó una risita tonta. Enseguida reaccioné y volví al ceño fruncido y a los puños apretados.

—¡TU MADRE, NICHOLAS! AY, ESO DUELE— mis piernas cada vez se abrían más.

—Te lastimarás.

—Oh, ¿enserio?

—Dilo.

—No.

—Marine— dijo en tono acusador.

—No lo diré.

—Como quieras— se fue alejando cada vez más.

Ya no podía.

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