Capítulo 31 ☺

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Capítulo 31 ☺

Entré a mi habitación, cerrando la puerta con seguro. Me senté en el suelo, al pie de mi cama y agaché la cabeza.

No tardó mucho hasta que alguien tocó la puerta de mi habitación.

—Quiero estar sola— grité.

—Marine, abre la puerta— dijo la voz de Nick.

Me palmé la cara con las manos fuertemente. Todo esto era un auténtico desastre. Si hubiera sabido que todo esto iba a suceder de esta forma, ni siquiera me hubiera molestado en regresar a Miami. En este momento estaría sola leyendo un libro en mi habitación…

—Vete de aquí, lo digo enserio.

Odiaba esos momentos en los que quería parecer fuerte, enojada y con carácter, pero en lugar de eso, mi voz se entrecortaba, haciéndome parecer todo lo contrario.

Maldita sea.

—No me iré de aquí hasta que me dejes entrar— contestó decidido—. No me importa si eso significa que me quedaré aquí afuera toda la noche.

—Nick, enserio, ahora no— lloriqueé.

Ya ni siquiera me acordaba de la última vez que había llorado. Odiaba hacerlo, los ojos se me hinchaban, aparecían manchas rojas por todo mi rostro y minutos después, quedaba agotada.

Aunque supongo que no se puede evitarlo por siempre.

Sabía que si Lilian me provocaba, algo malo pasaría. Esa chica sacaba lo peor de mí, aunque no me arrepentía de haberle dado un muy buen golpe.

Se lo merecía.

Ni siquiera tenía ni idea de cómo era que se había atrevido a hablar sobre mis padres frente a Nick. 

Sí, definitivamente no me arrepentía de nada.

—Entonces te quedarás allá afuera hasta que regresemos a Inglaterra, porque no pienso salir de aquí— grité luego de unos segundos.

Oí los pasos desesperados de Nick en el pasillo, paseándose de un lado a otro frente a mi puerta.

Me conmovía que hubiera venido tras de mí, a pesar de que lo que yo quería era estar sola. Conocía a Nick,  sabía lo obstinado que podía ser y lamentaba el hecho de que se fuera a quedar ahí en el pasillo, caminando toda la noche esperando a que yo abriera la puerta.

—Por favor, abre— pidió de nuevo.

Nunca había escuchado ese tono de voz en él. Que yo recordara, jamás me había pedido nada de esa manera. Creo que fue eso lo que me hizo incorporarme del piso y quitar el seguro de la puerta.

Nick entró a mi habitación sin apartar la mirada de mí. Yo, en cambio, evité el contacto visual a toda costa y regresé a mi cómodo lugar, al pie de mi cama.

Se sentó junto a mí.

—Oye, lo digo enserio— comencé—. Si viniste a molestar o algo parecido…

—No, no vine a eso— comentó Nick—. Es cierto que tu ceño fruncido me hace los días y que aprovecho cada oportunidad que tengo para hacerte enojar (no tienes idea de lo graciosa que eres cuando intentas golpear todo a tu paso) pero no vine a eso.

Si no hubiera estado así de serio, seguro hubiera apostado a que era una broma.

—¿Ah, no?— murmuré bajito, tan bajo que mi voz no se pudiera entrecortar.

—No. De hecho sé lo que se siente— comentó.

Levanté la cara y me atreví a mirarlo a los ojos. Hice ademán de limpiarme todas esas lágrimas para verlo mejor, no veía nada claramente, pero Nick se adelantó.

Let it GoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora