XIX Capítulo

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Continuaba en la oficina de Andrea, bebiendo mi cuarto vaso de Whisky. La oficina en total silencio, Andrea con su teléfono, su cuaderno y vaso de Whisky, mientras yo miraba la planta en la esquina de su oficina. Estaba procesando la idea del plan, era una persona muy segura de lo que hacía pero aún así tenía un poco de temor. Recordé la conversación que había mantenido con Andrea en mi habitación donde decía que debía estar con mujeres sexualmente, de solo pensarlo hacía que quisiera vomitar y nunca más salir del baño o cualquier otro lugar seguro.

— Una sola cosa más, Andrea– alzó la vista de su celular y asintió dándome de nuevo el sentido de la palabra

— Puedo permitir los quince hombres, pero de ninguna manera las mujeres, eso sí que no. El día que llegue una puta lesbiana a tocar mi puerta les va a ir mal, a usted y a ella– me alteré demasiado por el miedo de que dijera que no y que tenía que tratar con lesbianas.

— Bien, solo chicos– se encogió de hombros y volvió la vista a la pantalla de su teléfono — ¿Ya?

Empujé la silla para atrás y salí de su oficina, por desgracia ahora ya no se encontraba Harry, tenía la necesidad de verlo y de que me llevara con él, solo por esta vez o una vez más, secretamente disfrutaba mucho de su compañía.

En cuánto llegué a la habitación me dirigí a mi baño para enjuagar mi cara y poner un poco de crema para tal vez alivianar alguno que otro hematoma. El guarda tocó la puerta y gritando desde el otro lado me anunció que debía estar lista en media hora también que tenía que presentarme en cinco minutos en el cuarto de maquillaje. En cuánto estuve con mi bata puesta salí hacia dónde Lola para que hiciera magia tratando de cubrir las feas y dolorosas marcas moradas de mi cuerpo. Definitivamente está iba a ser una larga y pesada tarde.

Al terminar mi jornada ese mismo día, estaba exhausta; habían llegado alrededor de siete hombres, todos muy diferentes físicamente. Había uno que era atractivo, muy atractivo pero lo nuestro no pasó de unos intensos besos lastimosamente. Todo había quedado guardado en la cámara, excepto los besos intensos, eso no porque se veía claramente como disfruté del momento, vaya que lo disfruté. La idea era dar otra imagen donde me forzaban y me maltrataban no una en la que parecía una puta película porno en la que no de hacían nada más que besarse, sí es que eso existe. En fin, mientras siga acá encerrada dudo mucho volverlo a ver.

Ya con eso para mí era suficiente, quería que recogieran ya el video y llegará a manos de la policía para que se hundieran todos y no volver a pasar por lo de hoy. Quería llamar a Lola pero no tenía ni mi teléfono ni ganas de buscarla por los pasillos, así que me arrullé en las cobijas de mi sillón, lista para dormir.

En cuánto estaba por caer en un sueño profundo, sonó un estruendo como latas o portones cayendo, personas gritando y golpes sordos. Inteligentemente recordé la cámara y la puse en un bolso, sí venían por mí porque Andrea ya se había enterado, al menos y por última vez me tenía que asegurar que alguien encontrará el bolso con la cámara y la entregara para que ellas se salvaran. Me senté  nuevamente en el sillón con mi bolso en mano, en eso gritaron "cuidado" desde el otro lado de la puerta. La realidad llegó a mí como un balde de agua fría, la policía, estaba aquí. 

Corrí con mi bolso hacía la cocina y desde allí logré ver cómo la puerta se hacía añicos y entraban dos hombres armados gritando "policía " en cuánto los escuché, salí de la cocina con las manos al aire, para que vieran que no tenía ninguna especie de arma.

— Su bolso, al piso. Vamos– rápidamente lo puse en el suelo y volví a subir mis manos. Mientras un oficial me apuntaba el otro retiró el bolso.

— ¿Nombre?– inquirió el que me apuntaba con el arma

— Alanna Sefiroth

— Bien, ve con él– me señaló al policía que sostenía el bolso– A la camioneta, llama al general, pídele refuerzos y dile que traigan otra camioneta. Después de que estén a salvo, vuelve porque te sigo ocupando – está vez se dirigió al otro oficial.

Miracle |H.S| (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora