—Déjame entenderlo —Jenny mastica una de sus papas, haciendo un tremendo ruido—, tu vecino aterrador, que ahora es... —Revisa nuevamente la nota—, vecino observador apasionado; ¿te estuvo esperando anoche para comprobar que llegarás bien?
—Sí.
—Definitivamente, deberías comprar una escopeta.
—¡Jenny! Esto es en serio.
—Yo también estoy hablando en serio. Esto no es normal. Tienes un acosador.
—Ya te he dicho que no es un acosador —Ruedo los ojos y le arrebato el paquete de papas—, y deja de hablar con la boca llena.
—¿Has visto la cicatriz de su mejilla? —pregunta y la fulmino con la mirada—. Aunque es aterrador, no hay que negar que tiene lo suyo. Me pregunto si te acosa porque no tiene acción últimamente.
—Oye, gracias por lo que me toca. —Arrojo uno de mis cojines a su cara.
—Ay no te sulfures, Susy. Eres hermosa, pero... el tipo da miedo.
—No da miedo.
—Oh, ¿entonces ya no estás aterrada ni balbuceas frente a él? —Hago una mueca y Jenny sonríe—. Correcto.
—Debe haber más de él, Jenny. Tú no lo has visto con las niñas.
—Bueno, teniendo en cuenta que la acosa... observadora apasionada no soy yo. No, no lo he visto aterrorizando niñas.
Miro el reloj y veo que son más de las cuatro. Me debato en ir a observarlo o si mejor permanezco en mi sala. Lo de la nota fue hace dos días, y aún no he sido capaz de volver a espiarlo.
—¿A dónde vas? —pregunto, cuando veo que Jenny se levanta y camina hacia mi cuarto, con la regadera en mano.
—Pues a ver a tu vecino aterrador cara de limón, con las niñas.
—¡Espera!
Pero ella ya está en mi habitación regando las plantas.
—Oh. Dios. Mío —jadea y entro en pánico.
—¿Qué?, ¿Qué Jenny?
—Él realmente sabe reír. Oh señor, el vecino es humano.
—No seas ridícula, y baja la maldita voz. Te escuchará.
—Oh, él ya está mirando hacia acá. Juraría se decepcionó un poco cuando vio que era yo, no tú.
—¿En serio? —pregunto, acercándome un poco más a la ventana.
—Ujum —Mi hermana se vuelve hacia mí y sonríe—, sabes que no mentiría. Porque no vienes aquí, así ambos tienen un vistazo del otro y todos contentos.
Abro mi boca para decirle que no, pero ella ya está tomando mu mano y halándome hacia ella. Escucho los gritos emocionados de las niñas y luego los veo.
Pablo está levantando a una de las niñas, quien sostiene sus dedos sobre su cabeza, como un toro, la más pequeña corre, tratando de huir de la bestia que se convirtió su hermana. Me rio cuando veo la complicidad de los tres.
—Toma —Jenny me pasa la regadera—, que no se note mucho tu faceta de observadora apasionada. Y por cierto, de nada. Ahora iré feliz a mi casa, tengo una cita.
—¿Otra? —frunzo el ceño, cuando asiente—. Jenny por Dios, al menos es el mismo chico.
—Dios no. Tengo que ampliar mis horizontes.
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Desde Mi Ventana
Chick-Lit¿Cómo encontré el amor? ¿Me creerían si les digo que lo encontré mirando el mundo una tarde desde mi ventana? ¿No lo creen? Está bien. Déjenme entonces contarles cómo, de la manera más simple y poco romántica, me topé con el hombre que se conv...