Capítulo 14

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—Eres su heroína y mejor amiga ahora. Incluso estuvieron molestas conmigo porque no las traje hoy.

—Podríamos hacer una salida con ellas —propongo y tomo un sorbo del vino. Pablo se queda mirándome atentamente y me sonrojo—. ¿Qué?

—Nada —responde y sonríe de lado—. ¿Te gusta la cena?

—Me encanta. No es necesario preguntar, creo que el plato vacío lo dice.

—Prefiero asegurarme que sea cierto. Puedes haber vaciado tu plato por cortesía.

—Pues no lo fue. Estaba delicioso y el lugar es bonito.

—Me satisface mucho saberlo. ¿Quieres bailar? —pregunta y eso me sorprende en grande.

—¿Bailar? ¿Tú bailas?

—Bueno —Veo que sus mejillas se colorean un poco y mi corazón casi sale de mi pecho, al verlo un poco avergonzado—. No soy el mejor bailarín, pero puedo defenderme. —Me da una sonrisa de medio lado y es increíble como su rostro cambia—. No lo hago mucho, pero esta noche te ves muy hermosa y... es la oportunidad perfecta para tenerte entre mis brazos sin ser demasiado obvio en lo mucho que me muero por sostenerte.

Oh señor Jesús.

—Yo... uhm... claro. Vamos a bailar.

Me toma de la mano y me guía hasta la pequeña pista de baile en el restaurante. "Derroche" de Aldo Mata, un hermoso Bolero en salsa, acompaña la velada. Pablo acomoda sus manos en mi cuerpo, cobijándome y atrayéndome hacia su pecho. Nos mece suavemente al compás de la música y no puede ser más perfecto.

Suspiro sobre su pecho y sonrío cuando tropieza con sus pies, susurra un "lo siento" en mi oído, y eso por la piel de gallina que se dispara por mi cuerpo, podría haberme dicho algo más... caliente.

Levanto mi rostro de su hombro y le sonrío para hacerle saber que todo está bien. Continuamos bailando suavemente y disfrutando del otro. Para cuando la canción termina, regresamos a nuestra mesa, y Pablo pide otra botella de vino. Por la siguiente hora, Pablo me invita a bailar en cada canción lenta o suave, acepto de inmediato y disfruto. Sólo tropezó dos veces más después de eso, pero aquello no impidió que la noche fuera perfecta para mí.

Cerca de la media noche, Pablo me escolta hasta la puerta de mi casa. La noche no pudo ser más romántica, aunque faltaron algunos besos aquí y allá —lo cual me confundió un poco— el resto fue increíble.

—Gracias por todo —murmuro antes de abrir la puerta.

—No hay de que, disfrute tu compañía, como siempre. Creo que yo debería darte las gracias a ti.

Asiento y lamo mis labios, no puedo creer que no me haya besado. Toda la noche estuve esperando su beso, pero nunca llegó. He notado que él sólo me besa cuando estamos en privado o no hay mucha audiencia a su alrededor.

—Buenas noches —digo y me vuelvo para abrir. De pronto, mi espalda es cubierta por un pecho duro, y el calor de su cuerpo dispara la velocidad de mi sangre.

—Buenas noches, Susana —dice antes de volverme hacia él y darme un impresionante beso en la puerta de mi casa.

Jadeo cuando soy arrinconada contra la pared, Pablo aprovecha ese momento para adentrar su lengua en mi boca y enredarla con la mía. Se apropia, adueña del beso, dirigiéndolo y haciéndome casi caer de rodillas. La respiración me falla y debo sostenerme de sus hombros para no caer hacia atrás. Sus manos se aferran a mi cintura y mi cabeza.

Se aleja de mí, antes de que pueda abrir mis ojos, lo siento suspirar y sonreír sobre la piel de mi mejilla. Abro mis ojos y lo encuentro mirándome con una media sonrisa pegada en sus labios.

Desde Mi VentanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora