Capítulo 26

12.8K 1.1K 86
                                    

—¿Y no dejaron una nota o algo? —pregunto consternada.

—No. Sólo dijeron que eran para ti.

Miro entre las desconcertantes flores oscuras en mi mostrador de cocina y mi hermana. Según lo que Jenny dijo, las flores me fueron enviadas al medio día, justo en ese momento yo me encontraba en el trabajo. El repartidor era un chico joven, que sólo explicó, le pagaron por dejar el ramo en mi puerta.

—Vamos a deshacernos de él. —Busco entre los cajones, por una bolsa de basura grande.

—Nunca estuve más de acuerdo contigo. Lo mejor es que te deshagas de esas flores, me dan escalofríos sólo de verlas.

—No comprendo quien las pudo haber enviado.

Jenny suspira y mira atentamente las flores. —Ni yo.

Llevo la bolsa fuera y la dejo en el bote de basura. Un escalofrío pasa por mi cuerpo, y la sensación de ser observada regresa nuevamente. Levanto mi rostro y busco entre las sombras de mi vecindario, por algo o alguien, pero está solo. A esta hora el lugar es desierto. La mayoría de nuestros vecinos no llega a casa aún, además, nuestros patios son lo suficientemente grandes, como para dar mucha privacidad a cada una de las casas y las familias que habitan en ellas.

—¿Esto tiene que ver con el hombre de la noche pasada? —pregunta Jenny, asustándome, pensé que estaba sola aquí afuera.

—Joder Jenny, no vuelvas a asustarme así. —Froto mi pecho, pero mi hermana ignora el hecho de que casi me da un mini infarto.

—De todas formas, no me contaste sobre aquel hombre ni porque Saúl se lanzó todo bestia sobre él.

—Es Luis, el hermano de Alexia.

—¿Alexia?

—Es la mamá de las niñas —respondo, Jenny me da una mirada, de esas que me pide abra un poco más la boca, gruño y le cuento un poco sobre lo quién es Alexia y porqué debemos alejarnos de ella y su hermano.

—¿Por qué ocultaste de mí semejante novelón?

—Jenny, no seas tonta, tú no has visto la tristeza y el temor en las niñas cuando hablan de su progenitora.

—Bueno, en eso tienes razón; pero como sea Susy, que problemón el de esa familia. —Asiento y sigo observando a mí alrededor—. ¿También lo sientes?

—Sí, alguien nos observa.

—Y no creo que sea tu semental.

—Entremos, no me siento muy segura aquí afuera.

—Debes decirle a Pablo sobre las flores, Susy. Ese gesto es muy extraño.

—Ujum.

Las manos me sudan como nunca

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Las manos me sudan como nunca.

Estoy muy ansiosa y nerviosa por hablar con Pablo. Pero debo hacerlo, se lo prometí a las niñas y una promesa es una promesa.

Desde Mi VentanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora