Capítulo 38

8.5K 1K 88
                                    

—¿Dónde están Marcela y Sami? —pregunto inmediatamente.

—¿Eh? —Pablo me ve confundido—. En su habitación.

Me levanto y corro a su habitación. Abro la puerta y no están. Ni siquiera en su cuarto de baño. No se escuchan sus vocesitas.

El pánico asoma su cabeza.

—¡Marcela! ¡Samanta! —grito. Saúl sale de su habitación preocupado.

—¿Qué pasa?

—¿Has visto a las niñas? —chillo. Mi corazón se acelera y el miedo hace que mis piernas tiemblen.

—No. Se supone que fueron a su cuarto.

—No están.

—¿Susana que sucede? —Pablo viene hacia mí después de abrir la puerta y comprobar que las niñas no están. Le enseño el móvil, lee el mensaje y sisea, su cuerpo se tensa y su rostro pierde el color—. ¡Mamá! —grita bajando las escaleras.

Jenny y Claudia salen de la habitación de Edith, donde se atrincheraron para ver una pelicula. Seguimos a Pablo hasta la cocina, donde Edith prepara las palomitas de maíz.

—Mamá ¿dónde están las niñas?

Edith frunce el ceño. —En su habitación.

—No, no están —siseo.

—Joder, ¡Axel! —grita, el hombretón viene corriendo hasta nosotros—. ¿Has visto las niñas?

—Sí —responde—. Están en casa de Susana.

—¿En mi casa?

—Sí, dijeron que querían dejar un sorpresa de agradecimiento y que Pablo ya lo sabía.

—¿Y por qué carajo las dejaste ir solas? —brama Pablo corriendo hacia la puerta. Tira de ella bruscamente y corre hacia mi casa con Saúl y Claudia a sus pies.

—Porque se me ordenó no moverme del lugar donde estuviera Susana —murmura Axel preocupado. Toma su móvil y corre tras Pablo. Edith se pone a llorar y Jenny trata de sostenerla mientras toma el teléfono de la cocina y llama a la policía.

Me quedo congelada en mi lugar viendo todo alrededor, quiero moverme pero el miedo de que realmente esté pasando algo terrible me tiene paralizada. El teléfono vuelve a vibrar haciéndome saltar en mi lugar.

No lo sabes ¿Verdad?

Ese mensaje hace el efecto, corro por la puerta con el corazón en la boca y temiendo lo peor. Marco al número del teléfono del cual me enviaron el mensaje, pero nadie responde. Estoy casi llegando a mi casa, donde puedo ver las siluetas de Axel y Pablo dentro de la misma buscando a las niñas, y alguien llama tras de mí.

—¡Susy!

Me vuelvo y veo un auto negro a mi derecha, por la ventana de una de las puertas traseras veo el rostro lloroso de Sami y sus manitas empujando y tratando de salir. Grito y me lanzo hacia el auto en el momento en que enciende las luces y arranca. Corro tras el auto que aumentan la velocidad y se va alejando más y más, intento acelerar pero el auto da un giro y regresa en mi dirección. No me aparto, grito los nombres de las niñas y me quedo paralizada viendo los faros acercarse cada vez más a mí.

Las niñas están ahí. Es lo que pienso mientras el carro sigue acercandose. No sé por qué razón agito mis manos y no comprendo por qué corro hacia el encuentro del auto, pero lo hago, estoy gritando y no logro entender qué es lo que sale de mi boca, lo único que puedo procesar es que mis niñas están dentro de ese auto y corren peligro.

Desde Mi VentanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora