Capítulo 20

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Louis salió del salón de literatura cuando tocó la campana, que indicaba el receso para almorzar, con una gran sonrisa en los labios. Todo lo que quería era encontrar a Harry y besarlo. La profesora de literatura, la señora Collins, le robó un par de minutos a Louis para hablarle de lo buen y aplicado alumno que era. Le entregó, en ese momento, una hoja de su tesis con una enorme 'A' marcada sobre el papel.

Al salir de la sala, con una sonrisa que amenazaba con partirle el rostro en dos, comenzó a deambular por los pasillos vacíos, ya que la mayoría de los estudiantes estaban en la cafetería. Tenía las mejillas ligeramente enrojecidas por la manera apresurada en la que caminaba, tratando de localizar a Harry. Quería encontrarlo para besarlo con vehemencia y urgencia, para luego contarle lo que le había dicho la profesora. Estaba por doblar la esquina que lo dirigiría a la cafetería cuando se detuvo abruptamente.

"¿Ayudarte en tu celo?" La voz ronca de su alfa rompió el silencio del corredor solitario. Harry estaba recostado en un casillero, que no era el suyo, con los brazos cruzados sobre su pecho, con una expresión seria en la cara. La chica que se encontraba frente a él apestaba a feromonas, estaba en celo. "Oye Juds, seré sincero. Eres muy hermosa y todo, pero yo..." La chica gimió al oír aquello y se acercó violentamente a Harry, tratando de bajar la cremallera de sus pantalones y besarlo con urgencia. El alfa se quedó quieto, en su lugar, sin detenerla.

Al instante, los ojos de Louis se inundaron de lágrimas. Puso su pequeña mano sobre su boca, tratando de prevenir que un gemido lastimero escapase de sus codiciosos labios. Su corazón se detuvo y luego, se rompió en varios pedazos. Su pecho parecía comprimirse y su respiración se entrecortó. No pudo contener las lágrimas acumuladas en sus ojos, que antes derrochaban felicidad y ahora sólo reflejaban tristeza. Su omega interior estaba partido al medio. Él lo sabía, Niall se lo había advertido pero no quiso escuchar, prefirió esperar el momento y verlo él mismo, sabiendo que dañaría su corazón. Louis nunca se había sentido tan triste, roto y decepcionado en toda su vida. Su respiración volvió a fallar y sus labios temblaron, mientras lágrimas caían por sus mejillas. No podía soportar ver aquella escena tan horrible, por lo que se dio vuelta rápidamente y corrió hacia los baños de hombres, entrando en el mismo y notando que, por suerte, estaba vacío. Se deslizó por la pared para sentarse en el suelo y abrazar sus propias piernas. Se sintió frágil y roto, con una acumulación de tristeza que no podía explicar. Louis nunca se sintió tan pequeño, engañado y utilizado. Harry Styles había roto su corazón.

Minutos más tarde, Liam entró en el baño y sin darse cuenta, abrió la puerta del cubico en el que estaba Louis sentado y llorando, agarrando sus piernas y gimiendo con un dejo de dolor. Los ojos del alfa se agrandaron y se puso de cuclillas frente al omega. Trató de abrazar a Louis pero no sabía cómo hacerlo sin asustarlo. Tragó duro al no saber qué hacer para calmarlo y confortarlo.

"Lou, cálmate. ¿Qué pasó?" Liam preguntó con voz tranquila a pesar de estar nervioso al verlo en ese estado. Louis gritó del susto y el olor a feromonas invadió el baño; miedo y dolor. Le dio tristeza verlo así pero no sabía qué hacer, como comportarse. Los labios temblorosos de Louis dejaron escapar un par de gemidos, mientras secaba sus ojos, tratando de explicarle lo que había pasado. Por segunda vez, en un lapso de diez minutos, un pensamiento volvió a surcarle el cerebro; Harry Styles, definitivamente había roto su corazón.

Harry no besó a Judy. Es más, la empujó con tanta fuerza, que la chica cayó hacia atrás, golpeándose el trasero contra el suelo. La miró con asco y repudio, con una expresión de enojo marcándole las facciones.

"¡Mierda! Tengo omega, Judy, y estoy enamorado de él. Te he dicho que no te ayudaré en tu celo, porque valoro y respeto a Louis, y sinceramente, tendría que ser bastante idiota como para dejarlo ir por ti." Judy retrocedió, asustada, evitando la mirada de ira que Harry le brindaba. El aroma que despedía el cuerpo de la omega era lo peor; tan dulce que le ponía enfermo de sólo olerlo.

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