Capítulo 32

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"Oh, mierda." Murmuró Louis, mientras se movía dulcemente sobre Harry, quien estaba acostado sobre la suave hierba de la orilla del lago. Sus grandes manos lo ayudaban a subir y bajar lentamente, siguiendo un ritmo que los estaba ahogando a ambos.

"S-sí, gatito. Así." Bramó el alfa, cerrando los ojos de vez en cuando y mordiéndose el labio inferior mientras le separaba las rodillas para tener un mejor acceso a él.

Louis gimió fuerte en respuesta, rodando las caderas con destreza y apoyando su frente sobre la de Harry. Se sentía tan lleno que ni siquiera podía moverse adecuadamente; su cuerpo entero vibraba placenteramente y sentía una llamarada caliente en el pecho que no lo dejaba respirar. Harry lo notó al instante, separándose milimétricamente de él, mirándolo con ojos negros, pasionales.

"Vamos, gatito. Con calma... Lento..." Lo alentó suavemente, mientras lo ayudaba a moverse con delicadeza sobre él, tratando de seguir un ritmo coordinado. "Así, muy bien, Lou... Oh..."

Sus paredes se fueron contrayendo a medida que Harry penetraba más fuerte en él. Se sentía mareado, su olor lo dejaba casi borracho, inconsciente, pero trató de seguir, moviéndose con una facilidad impresionante. Gimió alto, cerrando los ojos al sentir un placentero y doloroso tirón en su interior que lo cercioraba del explosivo orgasmo que se acercaba. Harry gruñó, aumentando aún más el ritmo de sus movimientos, hundiendo los dedos en su piel.

"D-Dios estuve soñando con esto desde siempre." Harry murmuró con un tono de voz ronco, sus mejillas rojas y sus rizos desechos. Louis gimió, frotando sus finos labios contra la piel acaramelada del hombro del alfa. La presión en su vientre aumentaba cada vez más, insoportable, casi asfixiante. Y su orgasmo fue tan repentino que los aturdió a ambos. Gritó, liberando sus flujos en el pecho de Harry, quién olisqueaba la piel de sus hombros, observando cada contusión hecha por sus dientes. "N-No puedo esperar a marcarte." Gimoteó, con un puchero casi tierno en sus labios. "Mío."

Harry se giró rápidamente, quedando arriba él. Louis dejó caer su cabeza sobre la hierba, recibiendo a su alfa con las piernas trémulas. Siguió penetrándolo, fuerte, duro, sin detenerse. Estaba cerca, podía sentirlo mientras jadeaba contra su oído, gruñendo en voz baja mientras sus grandes manos sostenían sus muslos con posesión.

Harry se detuvo, dejando caer su cabeza sobre sus clavículas. Un dolor agudo se instaló en el centro de su estómago cuando notó que el miembro de su alfa comenzaba a aumentar en tamaño, dejándolo completamente atrapado en su interior.

"H-Harry..." Susurró, aturdido, sintiéndolo derramarse en su interior, llenándolo. "Dios, eres enorme." Se quejó en un gimoteó, acariciándole los rizos desarmados.

Murmuró algo que no llegó a entender, percibiendo como se relajaba a medida que pasaban los minutos. Sus manos le recorrieron la ancha y musculosa espalda, mordiéndose los labios cada vez que Harry se movía minúsculamente, sintiéndolo en todas partes. Su aroma lo respiraba como oxígeno, cerrando los ojos y pensando que podría estar así toda una vida. Harry giró levemente su cabeza, con una sonrisa lobuna en los labios que prometían muchas cosas. Con su nariz delineó levemente el hueso de su mandíbula, relajándolo al instante. Su mano se colocó encima de su abdomen y rio levemente.

"¿Qué?" Murmuró, cansado, observando como la sonrisa de Harry se ensanchaba y una chispa de satisfacción le invadía los ojos.

"Nada. Es solo que te he tocado el estómago y me sentí dentro tuyo."

Su rostro ardió ante tal confesión, tapándose los ojos al instante al sentirse completamente abrumado y avergonzado. "Dios, eres un desgraciado, alfa." Le recriminó. "Por cierto me duele t-todo el cuerpo."

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