Capítulo 23

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Para ser honesto, Louis no tenía demasiadas ganas de ir a la fiesta de Edgar. En primer lugar porque no tenía ningún interés en estar en un sitio donde la mayoría de la gente bebía y besaba por pura diversión. En segundo lugar porque nunca había asistido a un partido de futbol americano sin sentir miedo, principalmente por no tener la presencia protectora de Harry a su lado. Y en tercer lugar porque desde el almuerzo se sentía mal; sus manos le sudaban y sentía retorcijones en el estómago, haciéndolo doblar del dolor. Se sentía enfermo, tenía mucho calor y le dolía la cabeza, tal vez solo necesitaba sentarse unos minutos y respirar un poco de aire fresco para mejorar, pero no se sentía mejor luego de hacerlo, es más, empeoraba ya que su olfato estaba más sensible de lo normal y lo único que le pedían sus instintos era estar cerca de Harry, pero no podía. Anne le había dicho que tal vez tenía hambre, cosa que podía ser cierta puesto que ni siquiera había desayunado, o tal vez estaba por enfermarse. De todos modos, Niall lo convenció en ir a la fiesta a pesar de su estado y Anne lo autorizó con el ceño fruncido y con la obligación de que la llamase si quería que lo buscase. Bueno, al menos podría ir a la fiesta, después de todo era su oportunidad de pasar un buen rato y hacer algo imprudente, pero no, definitivamente no iba a besar a nadie. La verdad era que no se había negado a ir, aunque quería quedarse en la comodidad de su hogar, porque ya estaba vestido y bañado, esperando que Niall viniese por él.

De una forma u otra, Louis seguía allí, mirándose en el espejo. No estaba mal, realmente no lucía para nada mal. La forma en como su camiseta se apretaba en su tronco, marcando su cintura prominente, lo hacía ver más sensual de lo normal, o como sus pantalones negros estrujaban sus muslos regordetes, realzando su trasero de una manera caliente, pero no vulgar. Parpadeó ante su reflejo en el espejo; las hebras de su cabello castaño caían desordenadas sobre su frente, dándole un aspecto despreocupado. Sus orbes azules estaban enmarcados por sus largas pestañas, y sus mejillas se encontraban más enrojecidas de lo habitual. Todavía se sentía mal, pero no le importaba, iría a esa fiesta igual.

Bajó las escaleras con cuidado de no hacer demasiado ruido, sintiendo como su estómago se removía dolorosamente, por lo que decidió dirigirse a la cocina y comer algo antes de irse. No había probado bocado en todo el día, porque cada vez que lo intentaba tenía unas excesivas ganas de vomitar. Además, si iba a beber alcohol debía tener al menos un poco de comida en el organismo.

Entró sigiloso en la cocina, deteniéndose en el instante que vio a Harry allí, de espaldas a él. Y no pudo dejar de repetirse a sí mismo lo bonito que le quedaban los suéteres a su alfa, en especial el que llevaba puesto. Ni hablar de lo delicioso que olía, tan varonil y fresco como siempre. Sabía que él iría a la fiesta por cómo estaba vestido y eso lo alegró.

Harry se volvió rápidamente al sentir el olor a cítricos de su dulce omega. Cuando sus ojos se posaron sobre su curvilíneo cuerpo tragó saliva con fuerza. Louis, sin dudas, era la persona más hermosa que había conocido en su vida. Era pequeño, suave, atractivo y sexy, era simplemente todo lo que él alguna vez pensó que nunca le gustaría.

Y por suerte, Harry se controló lo suficiente como para no ir hacia él y besarlo hasta que sus pulmones mendigaran por aire. Louis quería espacio, bueno, entonces se lo daría, aun así le fue inevitable no humedecerse los labios, mirándolo de arriba abajo, olfateando su exquisito olor.

"Estás, quiero decir... Luces hermoso, como siempre." Murmuró Harry algo perdido, pero con un tono de voz profundo, ronco. Louis se ruborizó y arrastró sus pies para estar más cerca del mostrador, agarrando sus manos en un gesto nervioso. Harry sonrió amargamente porque estaban hablando, y él quería tocar, oler, morder y besar a su omega como antes. No quería conformarse con simples palabras porque con Louis siempre quería más. De hecho, sería un mentiroso si dijera que no le había robado un par de besos mientras dormía, pero la verdad era que no podía evitarlo, lo necesitaba.

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