Capítulo 22

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Ese día, cuando Louis despertó, Harry lo había dejado solo en la habitación. Sabía que su alfa quería hacer las cosas bien e ir lentamente porque él pensaba lo mismo: necesitaba espacio para pensar a pesar de que le dolía. Por otro lado, Harry se sentía a morir, lo necesitaba; quería estar junto a él a cada segundo, olerlo, amarlo. Todavía no lo había marcado pero sentía esa conexión dentro de él.

La distancia entre ellos se prolongó a días, convirtiéndose en semanas, separándolos por más de un mes. Había veces en las que Harry se reprimía a acelerar el paso cuando lo veía caminar a unos pasos delante de él. Tampoco le hablaba demasiado, estaba siendo paciente, por Louis, sobre todo, porque lo amaba y respetaba.

Cada noche, mientras trataba de conciliar el sueño, hundía la cabeza en la almohada que aún olía a su omega, suave y refrescante, y luego gruesas lágrimas corrían por sus mejillas, ahogándolo porque lo necesitaba; necesitaba rodear su cuerpo con el de Louis, impregnar sus aromas naturales.

Harry, silenciosamente lo observaba cada vez que podía, capturando cada pequeño detalle de su omega, encontrando cada acción emitida como la más bella. Louis sobresalía; su olor, el color de su piel y la suavidad de la misma, eran algo que nunca podría olvidar ni aunque quisiera. O como cuando sonreía y pequeñas arruguitas se formaban en sus ojos, soltando carcajadas que sonaban tan dulces y felices. También amaba la expresión que formaba cada vez que se irritaba, frunciendo su ceño, mordiendo su boca y apretando sus pequeñas manos en puños. Sus ojos azules siempre brillantes y rodeados de largas pestañas encantadoras, acompañados de unos labios rosados que lo volvían loco, adicto. Amaba la amabilidad y solidaridad de Louis, siempre compartiendo con todos, sin importarle quién sea. También era divertido y travieso, utilizando su belleza y su cuerpo para ser audaz y caliente cuando quería causarle un infarto. A veces no solo se sentía atraído a él sentimental sino físicamente, por supuesto, ¿quién no lo quería y no se entregaría por completo a alguien tan hermoso y casi irreal como Louis? Era sensual, agraciado y amable. Cada detalle que para otras personas podrían ser insignificantes para él lo eran todo, podría observarlo dormir y usar anteojos de por vida. Tener hijos con él y una pequeña casa donde podría verlos crecer y reír, jugando entre ellos con sus ojitos azules y su cabello rizado, era más que un sueño para él. Y la espera podría matarlo o destartalarle el corazón poco a poco, pero podría aguantar, si en algún momento eso significaba estar con Louis, lo esperaría una eternidad.

En la habitación contigua, Louis abrazaba una camiseta de su alfa deseando que estuviese allí con él. Amaba a Harry, pero no tenía el valor de entregarle su corazón, estaba aterrado. De todos modos, seguía queriéndolo. Le encantaba como los brazos largos y musculosos rodeaban su cintura, como si hubieran sido hechos para estar ahí, o como solía mirarlo mientras estudiaba y leía por las tardes, con sus ojitos verdes y con sus hoyuelos siempre presentes. A Louis le encantaba el cuerpo de Harry y más cuando lo abrazaba mientras dormían, encajando a la perfección con él. Sus rizos y sus manos eran su obsesión más grande, siempre tocándolo comprobando que era real, así también como las pequeñas manchitas y pequitas en su pecho, siempre tan cálido y reconfortante. También era agradable verle los tatuajes que abarcaban gran parte de su cuerpo, o sus ojos que eran verdaderas esmeraldas cuando estaba contento. Louis amaba sin duda como Harry lo divertía, siempre haciéndolo reír hasta llorar, o como siempre era cuidadoso con él y con los demás. Como de cariñoso y tierno era, hablando de cosas hermosas en un minuto, pero en el siguiente diciendo cosas atrevidas, encendiéndolo. O cómo de posesivo y celoso era, actuando a veces de manera extrema, pero igual a él le agrada que sea así. Y no quería admitirlo, pero le gustaba cuando Harry le daba palmadas en el trasero cada vez que podía, prendía una parte de él que no sabía que existía. Pero lo necesitaba, necesitaba salir de su habitación y dirigirse a la de su alfa, para hundirse en su calor corporal y olerlo, dejando que lo marcase, proclamándolo como suyo.

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