Capítulo 25

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Cuando Louis abrió los ojos aquella mañana, su vista dolió por la cantidad de luz que entraba intensamente por la ventana, haciéndolo fruncir el ceño. Ya casi no goteaba, pero su entrada, demasiado dilatada, seguía doliendo y su cuerpo estaba pegajoso de tanto sudar. Fue en ese instante que descubrió lo fuerte que había sido al haber pasado su primer celo sólo porque podría haberse deshidratado o desmayado. Sin dudas, lo pasó demasiado mal, y era quedarse corto decir que fue una de las peores semanas que había pasado en su vida. Además, el fuerte y viril aroma de Harry lo persiguió hasta en sus sueños, metiéndose como un intruso en cada inhalación, provocando que se masturbase más rápido. Pero finalmente terminó, cada día más largo que el anterior.

Se estiró en la cama, sintiendo un pequeño dolor extenderse por todo su cuerpo. Sus piernas suaves y desnudas rozaron contra un consolador púrpura, haciéndolo sonrojar. Miró por la ventana y el cielo aún lucía lila y anaranjado, lo que le hizo pensar que era de madrugada. Su cuerpo ya no estaba caliente como hace minutos atrás, ahora temblaba del frío. Permaneció un rato más en la cama, estirándose una y otra vez, haciendo un esfuerzo sobre-humano para levantarse y prepararse para ir al instituto. Así que, sin dar más vueltas, corrió al baño estando completamente desnudo.

Después de cepillarse los dientes, tomar una larga ducha caliente y vestirse, bajó tranquilamente por las escaleras, teniendo cuidado de no caer. Sintió vergüenza al tener que enfrentarse a Anne después de haber gritado y gemido como un loco toda la semana. Cuando cruzó el umbral de la puerta de la cocina, tenía las mejillas enrojecidas y le sudaban las manos, de fondo escuchó tararear a la beta, quién lo recibió con una sonrisa divertida enmarcada en el rostro y una espátula en la mano. Lo besó cariñosamente en la frente y le dio un pequeño abrazo que lo hizo sonreír.

Louis se acercó a la mesa donde estaba el desayuno, mirando hacia todos lados. Buscó a Harry con la mirada pero al parecer no estaba en casa. Minutos después, Anne le colocó enfrente una pila de panqueques con pedacitos de chocolate y sirope encima, para luego pasarle otro plato con huevos revueltos y tostadas. Le regaló una mirada maternal, acariciándole la mejilla con cariño. "¡Come!" Louis sonrió y llevó el desayuno a su boca.

"Lo siento, ya sabes, en estos días..." Murmuró tímidamente luego de haber comido la mitad de su desayuno. Anne rio y asintió, poniendo ahora delante de él una taza de té de menta caliente. Su vientre vibró por el hambre, definitivamente, no iba a rechazar nada de lo que ella le pusiera en la mesa.

"Oh corazón, no tienes que disculparte, es normal." Dijo en voz baja y tranquila, sonriéndole con ojos brillantes.

"¿Harry no está?" Louis trató de ser sutil al preguntar, pero falló terriblemente, sonando desesperado. Anne negó con la cabeza y tomó un sorbo de su té humeante. Bajó la vista y mentiría si dijera que no se sentía un poco molesto y decepcionado por eso, pero entendía, después de todo estuvo en celo, Harry no podía quedarse allí.

"Estuvo toda la semana en casa de Zayn." Anne murmuró de la manera más suave posible, tratando de no hacer contacto visual con él. Obviamente, una presión se instaló en su pechó, haciéndolo perder el apetito. Comprendió por qué lo había hecho, pero no dejaba de darle vueltas al asunto. Tal vez no lo había hecho por él, sino para aprovechar y tirarse a cualquiera para saciar su hambre sexual. "¿Ustedes, cómo están?" Preguntó esperanzada y él la miró durante unos segundos, para estirar sus labios en una fina línea y luego negar con la cabeza, bajando sus chispeantes ojos, sintiéndolos escocer. Se sentía triste por todo lo qué había pasado con Harry, y deseó tanto estar con él que le dolía el pecho. Tenía ganas de refugiarse en sus brazos, perderse en su calor corporal mientras le besaba el cuello con delicadeza. Porque definitivamente, cada pequeño momento que pasaba con él era tan especial y amoroso, que lo ponía melancólico. Pero eso ya no existía, lo había perdido. Él no era suyo y viceversa.

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