CAPITULO 37

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Cuando Nick entró en casa de los McRae, solo se oían los gritos de Doreen. Al entrar en el dormitorio, se paró en seco al comprender que lo último que ésta desearía sería ver al patrón de su marido presenciando el parto de su primogénito.

Descubrió a Joseph ocupado en calentar agua en una cazuela grande. Al instante salió _________ de la habitación. Llevaba un delantal blanco de Doreen y tenía la frente perlada de sudor.

—Joseph, en ese armario hay jabón. Lávate las manos a conciencia y luego me lo das a mí. Vas a tener que entrar conmigo, porque Gideon está tan asustado que creo que va a desmayarse en cuanto vea algo de sangre. Ahí dentro ya tengo toallas y un par de sábanas.

—¡Pero yo no puedo! ¡Oh, por favor, no me hagas esto! ¡Yo no he visto nunca a una mujer en… estas circunstancias! Si entro, no podré mirarla nunca más a la cara —se quejó horrorizado.

_________ se acercó a él y lo agarró por la pechera de la camisa, dejándolo pasmado con su arranque de carácter.

—Escúchame —masculló entre dientes a una pulgada de su cara—, ¿no quieres ser médico? Pues ésta va a ser tu primera práctica. No me vas a dejar sola ahí dentro. Estamos juntos en esto, ¿entendido?

El chico tan solo acertó a murmurar un ininteligible «sí, señora». Con cara de susto tomó el jabón y se frotó las manos con energía.

Nick, todavía asombrado, decidió averiguar si todo iba bien con el tono más suave que encontró.

—_______, ¿hay algún problema?

—No creo, va muy rápido, eso es todo. Y Gideon me pone nerviosa porque parece que esté presenciando una agonía. En cuanto entremos Joseph y yo, le diré que salga aquí contigo. Tú vigila el agua y, de paso, vigílalo a él.

—Pero Joseph solo tiene diecisiete años —alegó—, y a Doreen no creo que le apetezca verlo ahí dentro. ¿No será mejor que te ayude yo?

—De ningún modo —se negó ante semejante idea—. A ojos de Doreen, tú eres un hombre y Joseph, solo un chiquillo.

—Entiendo —cedió—. Pero si el parto se complica, no dudes en llamarme. Me trae sin cuidado el pudor que pueda sentir Doreen, lo importante es sacar adelante a ese niño.

—Tranquilo, de momento sigue su curso y el chico no va a ver nada. Se limitará a sentarse a su lado, darle la mano y secarle el sudor. Lo que tendría que estar haciendo su marido. Pero a él no lo quiero en la habitación. No tengo ganas de tener que atenderlo si se desmaya —lo tranquilizó mientras se secaba las manos—. Necesito un cuchillo que corte muy bien, lo desinfectas con lo que encuentres. Ah, y consígueme también un carrete de hilo.

—Doreen tiene mucha suerte de que estés aquí —dijo besándola en la mejilla—. Venga, no la hagáis esperar más.

________ respiró hondo y entró en el dormitorio seguida de Joseph, que en su vida había estado más cohibido. Al entrar, cerró la puerta tras ellos. Al momento, salió Gideon con cara de funeral y se puso a pasear arriba y abajo. Nick se acercó a él, le dio un par de palmadas en la espalda y fue a controlar el agua. Una vez comprobó que hervía, la apartó del fuego. En el silencio, solo se oía un tintineo de espuelas. Buscó un cuchillo en la cocina y lo desinfectó con algo de whisky. Gideon le entregó un carrete de hilo que sacó de un costurero. Y sin poder hacer otra cosa, se sentó a esperar en un sillón junto a la chimenea.

—¿Y este sillón? —preguntó tratando de distraer a Gideon.

—Era del padre de Doreen —contestó lacónico.

De pronto, Joseph salió pidiendo el cuchillo y el hilo, haciendo que Nick saltase del asiento.

—¡Pero vuelve rápido! —gritó ______ desde la habitación, haciendo que el chico se estremeciese encogiendo los hombros.

Dama de TrébolesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora