Capítulo 58

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Emma dejó a Tommy sobre una manta en el suelo de la cocina y le acercó algunas cucharas. Por fin disfrutaba de un rato de tranquilidad para coser botones. Ya era sábado por la tarde y no deseaba dejar la tarea pendiente para la siguiente semana. Fue por el costurero después de ver al pequeño muy entretenido examinando sus nuevos juguetes.

En menos de un segundo, volvió a la cocina, consciente del peligro que suponía Tommy sin vigilancia. Antes de sentarse, aguzó el oído. Apartó la cortina de la ventana y vio aproximarse un caballo, y sobre él las faldas al viento de una mujer. Por la trenza rubia y su soltura como jinete, supo que se trataba de su cuñada. Sonrió contemplando cómo disminuía el ritmo al aproximarse a la casa. Daba gusto verla, y recordó los tiempos en que ella, con veinte años menos, galopaba con la misma audacia.

Salió a la puerta a recibirla. _______ ató al caballo en un abrevadero y sacó un paquete de la alforja.

—No te esperaba —comentó tomándola del brazo—. Pero me encanta que hayas venido, hay veces que echo de menos hablar con algún adulto que no se llame Sutton.

_______ rio y se acercó al pequeñín que, ante la novedad, alzó los bracitos reclamando su atención. Emma evitó que lo cogiese y ella se limitó a acariciarle la cabeza con palabras cariñosas. Tommy empezó a lloriquear contrariado y su madre le dio un par de jarras de metal que al instante empezó a golpear con una cuchara, encantado con el sonido que obtenía.

—Si lo coges ahora, no querrá volver a la manta —le explicó Emma—. Y bien, ¿cómo es que has venido?

—¿Quieres que te ayude? —se ofreció _______ al ver el costurero y el montón de ropa.

—Claro —exclamó agradecida.

—He venido a contarte una cosa —anunció solemne mientras enhebraba una aguja—. ¡Nick me ha regalado un carro!

—¡No sabes cuánto me alegro! —dijo entusiasmada—. Eso es que van bien las cosas.

—Cada día mejor —aseguró con orgullo.

La felicidad de ______ trajo a la mente de Emma lo sucedido esa misma mañana.

—Hoy he vuelto a la tienda —comentó con cautela—. El caso es que todo el mundo hablaba de ello, y Amanda ha terminado por derrumbarse.

—No sé a qué te refieres —rehuyó incómoda el asunto.

—Hace casi una semana que no se veía a Harriet. Al principio, su madre fue contando que estaba de viaje en casa de unos familiares. Pero no ha podido aguantar las murmuraciones y ha acabado confesando que ha escapado de casa. Al parecer, el mismo día que dejó el hotel un tal Smith con fama de vividor.

—Si ése es su deseo, que les vaya muy bien.

—La verdad es que he sentido una pena inmensa por Amanda, estaba destrozada —aseguró apretando los labios—. A fin de cuentas, es una madre que sufre. Ha puesto en venta el almacén, piensa mudarse a San Luis con su hermana.

—Emma, lo siento por la madre —mantuvo muy seria—, pero espero no volver a ver a Harriet Keller en mi vida.

—No hablemos más de ello —resolvió—. ¿Cuándo piensas estrenar el carro? Porque hoy has venido a caballo.

—Así pierdo menos tiempo. —De nuevo afloró la sonrisa a su rostro—. El carro es muy lento para mí. Pero de eso venía a hablarte. Nick ha decidido estrenar el carro con una excursión a Kiowa Crossing. El próximo domingo inauguran la nueva estación y hemos pensado llevar a los chicos con nosotros.

—¿A los míos? —preguntó ilusionada.

—¿A cuáles si no? —replicó ______ ante la evidencia del ofrecimiento—. Me gustaría llevármelos a todos, incluso a Tommy.

Dama de TrébolesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora