Capítulo 74

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En ese momento, Nick supo que acababa de perder la batalla. Nada. Nada destruiría esa unión que no se fraguó el día de la boda, tampoco aquella noche de agosto en la que fue suyo y ella de él. Ni él mismo iba a ser capaz de deshacer el nudo invisible que los enlazó para siempre mediante un baile silencioso en la soledad del desván.

Giró en redondo y la miró de frente.

—¡Al infierno con todo! —gritó para si mismo—. ¡Al infierno el orgullo, el dinero, la nueva vida y todos los parientes muertos!

Nick hizo una pausa y respiró hondo antes de continuar.

—¡Y al infierno los sacrificios por amor! Te quiero y eso es lo único que me importa. _______, tú eres todo mi mundo.

Abrió los brazos y _______ ya no pudo contener el llanto. Se lanzó a refugiarse en su abrazo y sus bocas se unieron en un beso largo lleno de posesión, deseo y amor.

—No dejes de quererme, _______, nunca —murmuraba besándola una y otra vez.

_______ le tomó la cara entre las manos y él se miró en esos ojos azules llenos de lágrimas que le daban la vida.

—No pienso permitir que el dinero nos separe —aseguró devolviendo el reloj al bolsillo de su chaleco—. Te querría igual aunque no tuvieras más fortuna que esta camisa. Entiende eso, Nick, solo te necesito a ti.

—Olvídate del dinero. No voy a dejar que te alejes de mí ni media yarda.

Fue _______ esta vez la que le dijo con un beso íntimo y posesivo que nada los iba a separar.

—No es tanto como crees —insistió separando la cabeza para ver sus ojos.

—Deja de pensar en ello.

—Harriet consiguió que mis tíos le dieran una buena parte.

Nick tensó la mandíbula. A _______, tan desinteresada, no le preocupaba en absoluto. Y aunque para él ese dinero no significaba nada, no pensaba permitir que ese par de serpientes se saliesen con la suya. Era cuestión de justicia y haría lo necesario para meterlos entre rejas.

—Esa mujer apenas dejó fondos en el banco. Pero contamos con algunas propiedades y terrenos en Boston que se pueden vender. Aunque si tú no los quieres, yo tampoco los quiero.

—Tú decides —sonrió, _______ podía ser muy persistente.

—Con el dinero que obtengamos con la venta, podríamos darle un impulso al rancho y contratar más peones. De este modo, no tendríamos que matarnos a trabajar como hasta ahora.

Lo primero que pensaba hacer es contratar a alguien que ayudara a _______.

—Además…

—¿Todavía hay más? —Su voz sonaba burlona.

Algo le dijo que durante el resto de su vida iba a tener que oír más de un discurso de la señora Jonas.

—Podremos hacer feliz a mucha gente.

—Es tuyo, puedes hacer lo que quieras.

_______ fingió no escucharlo. Tarde o temprano conseguiría vencer su testarudez.

—¿No te sentirías orgulloso de poder pagar los estudios de Medicina de Joseph? ¡Es su sueño! —Nick sonrió, su generosidad no había mermado ni un ápice—. Y en marzo volveremos a celebrar San Patricio con una gran fiesta.

—No la pagarás con tu dinero —advirtió.

—Claro que no —le reprochó con los brazos en jarras—. Pienso asar una de tus terneras.

Dama de TrébolesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora