Lo sigo mirando fijamente. Es bastante guapo, y él seguramente lo sabe. Pero no aparenta ser un creído.
-Hola, yo...yo soy Zoe -consigo decir.
-Un placer, Zoe -contesta, caballeroso-. Dime, ¿qué haces aquí fuera? Hace mucho frío.
-Mi pareja es un cerdo. Y tú, ¿qué haces aquí?
-No conozco a nadie. Me he colado -dice entre risas. Hay un silencio incómodo-. Bueno, Zoe, conozco una cafetería en la que sirven unos zumos de piña exquisitos -añade con un divertido acento inglés-. ¿Te apetece venir conmigo? Invito yo.
Una vez más, acepto. Mejor que seguir sentada muerta de frío esperando a Josh es, desde luego.
(...)
Llegamos a la cafetería, Harry pide dos zumos y nos sentamos en una terracita con estufa. El ambiente es muy agradable. Los adornos de Navidad decoran la terraza. Miro a Harry. La tenue luz del fuego de la estufa hace sombra en sus hoyuelos al beber.
-¿Qué me miras tanto? -dice, entrecerrando los ojos.
-Nada, solo...solo estaba pensando -no puedo evitar una sonrisa, que él me devuelve al instante.
Todo va muy bien, nos reímos, lloramos de la risa, silencios incómodos...hasta que Harry tiene la feliz idea de acompañarme a casa.
-No, Harry, no es necesario, de verdad -le digo.
-Si crees que te voy a dejar volver sola estás loca. ¿Y si te secuestran? -insiste.
-Pues me escapo.
-Ya, ¿y si te violan? -levanta una ceja.
-¡Oye!
-¡Era broma, era broma! -dice al ver mi reacción.
-No bromees con eso, capullo -le contesté con el ceño fruncido.
Acabo aceptando su propuesta, y me lleva a casa. No me extraño al no ver el coche de mi madre, se machaca trabajando hasta tarde. Invito a Harry a entrar, enciendo la televisión y lo dejo sentado en el sofá mientras me dispongo a buscar a mi hermano. Me empiezo a preocupar porque no lo encuentro, así que recorro la casa gritando, hasta que veo una nota en la nevera. Se iba a quedar a dormir en casa de un amigo.
Vuelvo con Harry, está mirando fijamente la pantalla de la televisión.
-Oye, Zoe...¿te importa si me quedo un rato? Es que es un capítulo de 'Castle' nuevo -dice Harry entre pucheros. Una risa descontrolada sale de mí. Harry está demasiado mono.
Me siento en el sofá y, no sé cómo, acabo apoyada en su hombro, a punto de quedarme dormida. Acaba el capítulo, me mira con una dulce sonrisa, y me dice:
-¿Me voy o prefieres dormir un rato más?
-No, no, lo siento, ya me levanto -le respondo sobresaltada, y creo que ruborizada.
Me dispongo a acompañarlo hasta la puerta, pero me tropiezo y caigo encima suya, frente con frente, nariz con nariz y labio con...
