Hoy es Navidad. Nunca me han hecho mucha ilusión estas fiestas, pero trato de sonreír porque a mi madre y mi hermano sí les gusta. Salgo de la cama y voy corriendo a la habitación de mi hermano. Me tiro encima suya y lo retengo unos minutos para impedir que vaya a ver los regalos. Soy feliz haciendo rabiar a mi hermano, muy feliz.
Bajo a ver mis regalos bajo el árbol. No espero demasiado, pues mi madre no se puede permitir gran cosa, pero aún así siempre consigue sacarme una sonrisa. Me ha regalado un jersey de punto color vino. Observo a mi hermano, se le ve muy feliz.
Suena el timbre. Me acerco extrañada a la puerta y la abro lentamente. Encuentro su mirada verde, y sonrío:
-Harry...¿qué hacea aquí? - pregunto.
-Quería felicitarte la Navidad y bueno...-saca un paquete envuelto en papel navideño y me lo enseña- esto es para ti.
Me dispongo a abrir el regalo, y miro a Harry, quien trata de contener la risa.
-¿Así que un pack de 6 zumos de piña...? -no puedo evitar reírme yo también.
-Es broma, tonta, ponte algo y vámonos - dice entre risas.
Sin vacilar, subo a mi habitación y me visto. Me pongo el jersey de madre. Harry me espera en la puerta de casa con un pañuelo en su mano derecha. Me da la vuelta y me lo coloca en los ojos. Me va guiando hasta, al parecer, su coche. No sé si fiarme mucho de él.
Supongo que llegamos al lugar, ya que el vehículo para y Harry apaga el motor. El trayecto ha sido bastante breve. Entramos en un edificio, cálido. Un delicioso olor a bizcocho recién horneado invade el lugar. Harry me desata el pañuelo, todo está oscuro. Las luces se encienden, es la casa de Hary, y de repente...
-¡¡SORPRESA!! -creo que he olvidado mencionar que hoy en mi cumpleaños también. No sé cómo reaccionar en este momento. Mis amigos, amigos de Harry, la casa está llena de gente.
-Feliz cumpleaños, Zoe-susurra Harry en mi oído. Un escalofrío recorre mi cuerpo al notar sus manos en mi cintura-. Acompáñame a arriba.
Lo sigo, aún nerviosa. Me lleva a su habitación. Abre un pequeño cajón de su mesita de noche, y coge algo pequeño que no logro ver bien. Se acerca a mí, se pone a mi espalda y me abrocha algo al cuello. Lo miro con una gran sonrisa. Es una cadena de plata, de la que cuelga una pequeña golondrina con las alas extendidas.
-Harry...no era necesario.
-Claro que sí -le brillan los ojos- ¿No creerías que te iba a regalar sólo los zumos, no?
-Pues debo reconocer que sí -nos reímos los dos y nos damos un abrazo, de esos que no quieres que acaben nunca.
Bajamos para comer algo, pero Niall, un amigo de Harry ha arrasado con la comida, excepto con la tarta. Soplo las velas y empieza la fiesta de verdad. Empezamos a bailar y el salón está a rebosar. Anna se ha pasado un poco con el alcohol, así que decide volver a su casa. Harry lleva toda la noche hablando conmigo.
Uno de los amigos borrachos de Hazza nos empuja, y acabamos contra la pared, con nuestros labios unidos.
-¿Por qué acabamos basándonos todos los días? -me dice, sonriendo aunque con la respiración agitada.
-Eso mismo me pregunto yo, aunque no veo problema -respondo, algo ruborizada.
-¿Ah, no? -me agarra la cintura con una mano, el mentón con la otra y me acerca a sus labios. Me dejo llevar, me agarro a su cuello. Lo voy empujando suavemente hasta el sofá y lo hago caer, cayendo yo después encima suya. La mayoría de la gente ya está dormida en el suelo, o aún siguen bebiendo. Estoy agotada y mis ojos empiezan a cerrarse. Harry es una almohada perfecta.
A la mañana siguiente, miro a mi alrededor. La casa está realmente hecha asco. Sigo encima de Harry. Se le ve tan inocente cuando duerme...sólo cuando duerme.
-Mmm...-oigo una voz ronca- Buenos días, Zoe...Voy a tener que dejar de invitarte a helados, porque pesas demasiado -dice, tratando de reír, pero aún está dormido.
Ya no queda nadie en la casa, aparte de nosotros. Son las tres de la tarde, pero decidimos almuerzayunar. Mientras Harry está en la cocina voy a cambiarme, el me ha dejado ropa suya.
-Oye, Zoe, ¿te gustan los...?
-¡¡HARRY NO ENTRES!!
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