No sé cómo hacer esto. Por una parte sé que lo voy a pasar mal, porque los malos recuerdos y la ansiedad volverá en el momento que pise aquel edificio. Pero por otra parte, si Harry consigue abrir los ojos y ver quién soy realmente y quién es él para mí, seré jodidamente feliz.
Anna me ha ayudado a planear la cena. Anoche llamamos a Harry y se lo propuse.
FLASHBACK
Miro mi reloj. 8:23pm. Normalmente, a esta hora Harry está viendo la televisión. Cojo el móvil y marco su número. Dejo escapar un largo y pesado suspiro, no sé por qué me sigo poniendo nerviosa cuando lo llamo. Marco en la pantalla táctil el botón de llamar.
-¿Diga? -dice una profunda voz al otro lado.
-Ha-Harry, hola, soy Zoe.
-Ah, hola, Zoe. ¿Ocurre algo? -de fondo se escucha la televisión. Lo sabía.
-Eh, no...bueno, sí. Verás, me preguntaba si... -vamos, Zoe, piensa-. Me preguntaba si me podrías llevar mañana al teatro, bueno, ya sabes, no tengo coche y...
-Oh...eh, claro -responde dudoso-. ¿A qué hora paso por ti?
-Mmmm...¿Podrías a las 8:30pm?
-Claro, allí estaré. Nos vemos mañana.
-Gracias, Harry -ya no escucho nada al otro lado, ha colgado-. Te quiero.
FIN DEL FLASHBACK
¿Mi plan? Le he pedido que me acerque al teatro. Pero obviamente le diré que me acompañe dentro y cenaré con él. ¿Cobarde? Quizá. Pero espero que sea efectivo.
(...)
Son las 7:00pm. Voy a mi habitación y cojo ropa interior. Voy al baño y enciendo la ducha. Mientras dejo el agua calentar, me voy quitando la ropa y deshago mi moño despeinado de estar por casa. Entro en la bañera, dejo caer el agua caliente sobre mi piel, y mis músculos se relajan. Después de salir del trance y lavarme, me seco con la toalla. Me pongo mi ropa interior y vuelvo a mi habitación. Busco en mi armario. Y sigo buscando. Y...sigo buscando. No sé que narices ponerme. A ver, piensa, piensa...
Me dirijo a la habitación de mi madre, y con mucho cuidado abro su armario. Toda su ropa es oscura y poco atractiva. La pobre apenas sale, por no decir nunca. Pero al fondo de su armario destaca un hermoso vestido rojo pasión. Un vestido ceñido al cuerpo con tirantes gruesos y espalda descubierta. Lo abrazo con añoranza, y huelo su perfume. Huele a mi madre. Según me contó una de nuestras tardes de madre-hija, ese vestido lo estrenó en la cena de su último aniversario con mi padre, un par de semanas antes de su muerte. Me pongo el vestido y me calzo unos tacones negros de terciopelo. Me recojo el pelo en una coleta alta, y rizo las puntas para darle volumen. Justo a tiempo.
Bajo la escalera, respiro hondo consecutivamente y abro la puerta.
-Vaya, estás preciosa -dice Harry, alargando el "vaya".
-Gracias -no puedo evitar sonrojarme.
-Bueno, ¿vamos?
-Claro -cierro la puerta tras nosotros y nos dirigimos al coche.
Esta vez Harry no me abre la puerta del copiloto ni me ayuda a subir al coche. Vaya, parece que el coma lo ha vuelto más soso. Habrá que enseñarle modales mas tarde...
(...)
Llegamos al teatro, y nada mas bajar del coche, miro a Harry. Se le ve confundido. Le hago una señal para que me acompañe dentro. Abro la puerta del auditorio, el cual se terminó de restaurar hace poco.
-¿Qué es esto? -dice Harry, aún más confundido.
-Pues...esto es para ti.
HARRY's POV
Entramos al teatro, y Zoe me conduce de la mano al escenario, donde hay...¿una mesa?
-¿Qué es esto? -pregunto confundido.
-Pues...esto es para ti -dice Zoe con una gran sonrisa, señalando a la mesa.
-¿Para mí? -Zoe asiente-. Pero, ¿por qué?
-Ya te lo explicaré -lanza un leve suspiro-. Bueno. ¿Comemos?
Asiento y nos sentamos a la mesa. En ella hay dos platos con un delicioso pollo asado, acompañado de una colorida ensalada. En nuestras copas ya está servido el champán, con el cual brindamos por una agradable cena. Unas velas habrían quedado geniales en la mesa.
-¿Tw aptce vr los cumernos? -dice Zoe con la boca llena de ensalada.
-¿Qué? -abre los ojos como platos y traga lo que tenía en la boca. Se lleva la mano a la boca, avergonzada.
-L-lo siento, de veras...Decía que si te apetece ver los camerinos.
-Ah, claro que sí -digo intentando ahogar una risa.
Los camerinos son exactamente como en las películas de Hollywood, aunque menos lujoso. La madera es el material principal de la habitación. En una de sus esquinas se encuentra un gran tocador, con un espejo rodeado de pequeñas bombillas que darían luz al actor o actriz. El resto del camerino está abarrotado de material de atrezzo y perchas con distinto vestuario. Tengo la sensación de haber estado aquí antes.
-¿Sabes? Este lugar me suena muchísimo -le digo a Zoe.
-Ah, ¿sí? -un brillo hermoso se apodera de sus ojos.
-Sí, es como si esto ya lo hubiese vivido...-de repente las luces del edificio se apagan-. Oh, ¿qué ha pasado? ¿Zoe?
-Tranquilo, estoy aquí, estoy aquí. Espera un segundo...-una tenue luz aparece sujeta por los pequeños dedos de Zoe-. He encontrado cerillas, para apañarnos.
-Déjame una, para tener más luz -me da la cajita de cerillas y enciendo una.
-Ugh, huele a quemado.
<<Huele a quemado>>...Mi corazón da un vuelco. Miles de recuerdos vienen a mi mente en este instante.
-¿Zoe? Zoe... -sujeto su cara entre mis manos, y la miro fijamente a los ojos, a pesar de la poca luz que nos cede la cerilla que ella sujeta-. Zoe, ahora lo recuerdo to-todo... La cena, las llamas, las vigas sobre mí y tu último grito antes de caer inconsciente...Las tardes en el hospital. A pesar de que no podía moverme o despertar, podía oírte. Escuchaba cada palabra que salía de tus labios. Cada beso en la frente al anochecer. Cada caricia antes de quedarte dormida a mi lado en la camilla. Ahora lo recuerdo todo.
Sus ojos desprenden lágrimas. Al igual que los míos. Pero no son lágrimas de tristeza. No, para nada. Son de felicidad, de añoranza. Joder, Harry...Corre y bésala ahora mismo.
Limpio con el pulgar el rastro de agua salada que sus ojos han dejado caer en sus mejillas, la miro una última vez a los ojos, y, lentamente, acerco mis labios a los suyos, fundiéndonos en un beso. En profundo, dulce y largo beso. Ojalá el tiempo se parase. Ojalá que este momento nunca acabase.
-Te he echado de menos, pequeño -dice Zoe en un mar de lágrimas, camuflado por una dulce y radiante sonrisa.
-No llores, Zoe. No llores -la protejo entre mis brazos, y beso su cabeza-. Ya estoy aquí, y no me voy a ir. Jamás me volveré a ir, pequeña.
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