Niall ha mandado mensajes a media ciudad para anunciar su fiesta. Todos le hemos dicho que quizá se ha pasado, pero no nos ha querido escuchar. Harry me ha acercado a casa, para que pueda almorzar y arreglarme para la fiesta. Sigo con su camiseta puesta, pero esta vez también llevo los jeans. No es plan de llegar a mi casa de una fiesta y que mi madre me vea en bragas con la camiseta de un chico. Daría que pensar cosas erróneas que no hay que pensar.
Abro la puerta y por el olor que invade mis fosas nasales, mi madre debe de estar en cocina. No sé qué está preparando, pero huele demasiado bien. Me asomo a la cocina, y efectivamente, ahí está. Me acerco a ella y la abrazo por la espalda.
-Lasaña -dice, adivinando qué es lo que le iba a preguntar. Me conoce demasiado.
-¿Tanto se notaban mis intenciones? -pregunto riendo, y ella asiente. Le beso la mejilla- esta noche salgo otra vez, no creo que duerma aquí.
-Vaya, antes no salías de casa y ahora prácticamente no la pisas -reímos las dos, la vuelvo a besar y voy a ayudar a mi hermano a poner la mesa.
No sé si es que lo ignoro y ya no me acuerdo de su cara o ha crecido muy rápido. Creo que es lo segundo. Terminamos de poner la mesa, que prácticamente la he puesto yo sola, y mi madre trae la fuente con la lasaña, recién horneada. Me siento a la mesa, y sirvo una porción a mi madre y mi hermano primero, después a mí. Echaba de menos los almuerzos en familia, y la lasaña. Saboreo cada trozo, y lo disfruto como el primero. Llevo mi plato a la cocina y lo friego. Obligo a mi hermano a recoger el resto de la mesa. La he puesto yo sola, pues ahora él se jode y la quita solo.
Son las 4pm, porque hemos almorzado algo tarde. Subo a mi habitación para elegir la ropa de esta noche. La fiesta es a las 8pm, y Harry me recogerá a las 7:50pm, igual que ayer, así que tengo tiempo de sobra, pero prefiero empezar ya a organizarlo todo. Abro la puerta corredera de mi armario y saco un vestido rosa palo ceñido de un solo tirante y con destalles de encaje. Para el calzado cojo unas cuñas altas blancas, y a juego un bolso pequeño con la correa de argollas doradas.
Me voy a la ducha, y abro el grifo para dejar el agua calentar y pongo el tapón para llenar la bañera.. Mientras, me saco toda la ropa y deshago mi hermoso moño despeinado. Me meto en la bañera y me relajo en el agua caliente. A la media hora, aproximadamente, salgo arrugada y me lío la toalla. Me siento en la cama y entra mi madre.
-Cariño, sé que probablemente ya sabrás todo esto, y que este tipo de charlas son incómodas incluso para mí -oh, no. La charla-. Pero bueno, ya tienes diecinueve años, dentro de lo que cabe, lo suficientemente adulta como para tomar tus decisiones. Pero te pido por favor que tengas mucho cuidado con esas decisiones que tomas, porque no me gustaría verme con otra boca que alimentar en nueve meses.
-Mamá...-me tapo la cara con las manos.
-Pero en el caso de que eso ocurriera, te puedo asegurar que haríamos todo lo posible por que el bebé estuviese sano. ¿De acuerdo?
-De acuerdo, pero te puedo asegurar que eso no va a ocurrir, no hasta dentro de unos años.
-Bueno, yo lo digo por si acaso, y para quitarme ya del medio "la charla" -hace comillas con los dedos y reímos. Me besa la cabeza húmeda-. Te quiero, cielo.
-Yo también, mamá -me sonríe y se va de la habitación.
(...)
Ya son las 6pm. Empiezo a vestirme, y me miro al espejo. Cada vez me gusto más, cada vez me siento mejor conmigo misma, sabiendo que hay gente a la que también le gusta cómo soy. Me Dejo el pelo caer a un lado en una trenza de espiga despeinada, y maquillo mis ojos de colores tierra y dorados. Los labios los dejo al natural, para no resaltarlos tanto e ir a juego con el vestuario. La siguiente hora y cincuenta minutos la paso viendo los álbumes de fotos de mi infancia junto a mi madre. Se ha empeñado en que las vea con ella, y no puedo negar que me encantan estos ratitos de madre-hija con ella. Llaman a la puerta, 7:50pm justo.
Abro la puerta, y un Harry elegante, pero no demasiado formal, me espera en la puerta con una gran sonrisa que deja ver sus hoyuelos. Le devuelvo la sonrisa y me ofrece su mano, la cual acepto y nos dirigimos al coche.
(...)
La casa de Niall no está igual de tranquila que ayer. Esta vez, la música se oye desde fuera, y ya hay gente bailando borracha y comiéndose la boca los unos a los otros. No quiero saber qué más están haciendo en las habitaciones de invitados. Sin despegarme de Harry, busco a los chicos por toda la casa. Encuentro a Louis y Anna, que ya están compartiendo ADN, prefiero no molestarlos. Puedo divisar una cabellera rubia junto a otra morena. Zayn y Niall. Corro hacia ellos, y les doy un toque en el hombro a los dos.
-¡Hey, chicos! -les grito, por la música demasiado alta.
-¡Hola, Zoe! ¡Ten, coge una! -Niall me ofrece un vaso de plástico rojo, que a saber qué contiene. Lo bebo de un trago y la garganta me arde.
-Argh...¡¿Qué es esto?! -les pregunto con una mueca de asco.
-¡Vodka, nena! -grita Zayn, sonriendo- ¿Te gusta? -niego con la cabeza-. ¿Quieres otro? -asiento. Es una fiesta, ¿Qué mas da? Lo acabaré potando todo, seguramente.
Bebo dos vasos más, y el ardor en la garganta cada vez es menos molesto. Al menos aún me mantengo en pie, no como la mayoría de los presentes en la fiesta. Busco a Harry para darle un vaso de vodka. Miro entre la multitud hasta que lo veo, hablando con ¿una chica? Espera, espera. ¿Está sonriendo? ¿Quién cojones es la chica? Me acerco más y por entre la masa de gente reconozco a la chica. Oh, no. Eso sí que no. Es Elisabeth. Mi ex-mejor amiga del instituto. La muy zorra me utilizó para luego burlarse de mí. Cojo los dos vasos de vodka que llevo en las manos y me los bebo de un trago.
-¡Zayn! -grito buscándolo, hasta que voltea y me mira-. ¿Me harías un pequeño favor?
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