Skinny love

CAPITULO 16

-¿Que le sucede?- Respondí con vos entre cortada y nerviosa, realmente no quería oír las malas noticias, era mi madre de la que estábamos hablando.

-Lo único que te recomiendo es que disfrutes lo último que queda para pasar tiempo con ella. Me encantaría decirte que va a vivir, ya que su ánimo se levantó estos últimos días, pero no es así- dijo tratando de ser suave y no tirarme todas las malas noticias de una.- Pasa tiempo con ella, hablen que pasara después de esto, y que harán con Amy. ___, eres muy joven para ocuparte de ella y no creo que sea lo mejor.

-¿Cuándo le queda?- Dije rápidamente sin mirarle a los ojos.

-¿Realmente quieres saberlo? No creo que eso ayude en...-

-¡¿Cuánto le queda?!- Grite levantando mi mirada rápidamente y arrastrando mis palabras.

-No lo sé, quizá unas semanas, quizá un mes.- Respondió lentamente- Podría pasar en cualquier momento.

En un abrir y cerrar de ojos yo ya estaba de pie ante el escritorio, el Doctor se sorprendió ante mi rapidez y me miro con sorpresa, luego suavizó su mirada y cambio a una por lastima.

-Voy a hacer lo que sea para que eso no pase doctor- dije con lágrimas en los ojos y una expresión seria.- ¿Qué debo hacer?

-____...- Respondió levantándose lentamente de su asiento- Si se pudiera hacer algo no estaría hablando de esto contigo, no se puede hacer nada. Tu madre debió ser atendida antes, ahora su enfermedad avanzo mucho, por lo que no se puede hacer nada, pasa muchas veces.- Quiso acercarse, para abrazarme, había confianza entre nosotros, habíamos pasado mucho tiempo juntos por mi madre, era como un tío o abuelo para mí, solo que más joven.

Me aleje rápidamente cuando me di cuenta de sus intenciones, ¿Por qué no podía hacer algo por ella? Algo tenía que haber, algo que alargue el tiempo y me dé más tiempo con ella, estuve tan ocupada con el trabajo y Harry que no pare a descansar o a estar con mi familia. Mi madre era una de las últimas personas que me quedaban, y que en verdad quería, no quería que se vaya.

Tome mis cosas y me fui corriendo hacia la puerta principal del hospital, lagrimas descendían por mi rostro, sentí mi cuerpo una pluma que se desplomaría en el suelo deprimida. Quería encerrarme en mi habitación y llorar, sin miedo a que nadie me escuche; pero estaba en un lugar público y era patético llorar ahí, de todas formas no me importo y no pare de lagrimear.

Vi a Harry sentado cerca de la puerta, por lo que baje mi mirada rápidamente, no quería que mirara mis ojos hinchados y mi cara roja por el enojo. Él se paró rápidamente yendo hacia mí, intente esquivarlo pero me tomo por los hombros levantado mi vista, le quite las manos de mi rostro y lo empuje suavemente, el me miro sorprendido ya que mi expresión no era de las mejores.

-¿Qué sucede?- dijo el, tomándome otra vez por los hombros.

No me gustaba admitirlo, pero era una persona muy sensible, intentaba ocultarlo por mi orgullo, pero en este momento no lo soporte. Me lancé a llorar a sus brazos, él no me alejo en ningún momento ni volvió a soltar otra palabra, lo cual agradecí. Me envolvió en sus brazos y por un momento sentí su apoyo, aunque no entendiera lo que me sucedía. Luego de unos minutos, me aleje de Harry rápidamente y limpie mi rostro empapado de lágrimas con mis manos.

-Lo siento- Dije mirando la mancha de lágrimas que había dejado en su camisa. Sentía mis ojos dos pelotas de fútbol, mi cara debería de ser la peor en estos momentos.

-Descuida, no hay problema- Dijo intentando sonreír-¿Quieres ir a tomar algo?

-No- Respondí sosteniéndome la cabeza con las manos, se me estaba partiendo en estos momentos.-Vamos a caminar, ¿puedes?- le suplique

-Siempre puedo si estas tu conmigo- Intento levantarme el ánimo, pero no iba opinar nada sobre eso. No estaba de humor.

Caminamos en silencio hacia donde el viento nos llevase, sentía que habíamos caminado una eternidad, por lo que decidí sentarme en el cordón de la calle, sin decir absolutamente nada, Harry se sentó al lado mío. Después de un tiempo con más silencio, abrí la boca.

-¿Por qué hablas conmigo?- Le pregunte con los ojos caídos y abrazando mis piernas.

-¿Por qué no?- Respondió copiando mi manera de sentarme. Junto sus piernas y las abrazo sin quitarme la mirada.

-Porque podrías tener a la chica más linda del mundo si quisieses- El me miraba con curiosidad, como si nunca le hubiesen dicho algo así, lo cual era obvio ya que no creo que haya salido con una mucama en su vida - Y ahora quieres algo con una sirvienta, que limpia tu habitación- corrí la mirada de él, y la puse sobre la calle.

-Pero, tu eres la chica más linda del mundo- Respondió frunciendo el ceño- Eres la persona con más bajo autoestima que jamás he conocido.- dijo poniendo uno de mis mechones de cabello detrás de la oreja. Quiso hacerme reír supongo, cuando se dio cuenta de que su broma no funciono borro su sonrisa rápidamente.- ¿Quieres contarme que sucede o lo dejamos para después del helado?

-¿Qué helado?- pregunte.

-El que te voy a comprar, ¿sabes dónde habrá un lugar que vendan un buen helado de chocolate?- Respondió mirando para todos lados, buscando supongo, una heladería.

-Hay una a unas cuadras- Dije sonriendo como pude. ¿Me levantaba el ánimo con una pregunta tan estúpida?

-Ahí esta esa sonrisa- Dijo riendo.

-Vamos, quiero mi helado- Le dije golpeando su brazo en forma de juego sin borrar la risa.

-No si no me das un beso- Respondió agarrándome tan rápido por la cintura que ni siquiera me di cuenta hasta que vi lo cerca que estaba.

-Está bien- Conteste, observando cómo se acercaba lentamente con los ojos cerrados, esperando que yo de el último paso para unir nuestros labios. Le di lo que pidió y bese su mejilla. El abrió rápidamente los ojos y me miro confundido. Yo me eche a reír por su expresión, se había quedado quieto tratando de no reír ya que lo había engañado.

-Oh espera, ¿no era lo que querías?- Dije sin parar de reír, contagiándolo.