capitulo 25

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El coche ya estaba en marcha y se dirigía hacia el pequeño bosque donde la habíamos pasado juntos hace alrededor de dos semanas, solitario y alejado de la ciudad.

Mantuvimos una conversación viral, temas quizá sin sentido, pero era para ocultar el posible silencio que habría en el auto si no hablábamos. Me conto donde pasó su infancia, y donde trabajo antes de que todos los problemas de la fama lo inundaran. Yo simplemente le conté la vida que llevaba antes de que la "emoción" se metiera en ella. Mis variados amigos y amigas, la universidad a la cual pensé en ir antes de que mi padre muriera, todos los familiares que nos visitaban en Navidad de parte de mi padre y mi madre; obviamente los familiares de mi padre por alguna extraña razón jamás habían vuelto a comunicarse con nosotras, y los de mi madre siempre habían vivido lejos, como la tía de Londres. Ya podía aceptar todos los problemas como un hecho, no me aturdía hablar de aquello, al contrario, me encantaba tener a alguien con quien poder expresarme y soltar de alguna manera todo lo que había acumulado hace meses.

El coche se detuvo lentamente en el lugar que le había indicado, todo estaba igual como la última vez que habíamos estado allí.

Los pastos habían crecido levemente y solo llegaban hasta el tobillo, los arboles altos apenas dejaban ver el cielo azul, aunque eso no evitaba el paso de la luz. La vegetación invadía el ambiente al igual que un color intensamente verde. Era increíble que nadie haya encontrado un lugar así y no querer aprovecharse de ese espacio inmenso.

Harry salto del coche y corrió a abrirme la puerta como un caballero, le respondí con una sonrisa amable, el me la devolvió al instante. Me tomo de la mano suavemente y tiro de mí hacia el lugar donde una vez habíamos dormido juntos.

Caminamos hasta el centro de aquel lugar sin soltar ni una palabra, Harry tenía la cabeza enfocada en el suelo absorto por sus pensamientos.

-Harry ¿No crees que nos alejamos demasiado?- pregunte soltando su mano bruscamente, el frio me había invadido y no tuve mejor idea que abrazarme a mí misma.

Él se había dado cuenta del hecho ya que sin decir nada me abrazo contra él y clavo su mirada en mí.

-No me iré sin ti- mascullo con su típica voz ronca.

Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, le sonreí levemente.

-No me gustaría que lo hagas- susurre apoyando mi cabeza en su pecho, el me abrazo más fuerte.

-No me iré ____- dijo el contra mi oído- No te dejare sola cuando más me necesitas.

-Harry... - lloriquee sin levantar la cabeza, no soportaría mirarlo- Sabes que las cosas no funcionan así, te necesito. Pero no puedes hacerlo, ni yo.

-Si podemos- susurro- solo debes querer hacerlo.

-No- dije por fin levantando mi rostro- Tú tienes una carrera en juego, y yo una familia de por medio, no puedes quedarte ni yo puedo ir contigo.

-Me da igual- respondió- Tu eres lo que quiero ahora mismo. ¿Cómo puede ser posible que solo te conozca una maldita semana, y ya he perdido la cabeza por ti?

Las pequeñas lágrimas a punto de salir me nublaban la vista, una leve sonrisa se asomó por mis labios.

-Sabes que me encantaría ir contigo- masculle apoyando nuevamente mi rostro en su pecho, una pequeña lagrima escapo- Pero no quiero pasar el resto del día lamentando que te vallas, eso lo hare después.

Tomo mi cabeza entre sus manos suavemente y planto un pequeño beso para luego tomarme nuevamente la mano y volver por donde habíamos venido.

La vuelta había sido más tranquila. Me dejaba escapar risas cuando contaba uno de sus de cumpleaños, había pedido bañarse en fideos; y se lo habían concedido.

-¿Cómo es posible que te bañes en espagueti Harry?- reí

-Pues es sencillo- explico el- En una bañadera gigante tomas varios fideos cocinados y los introduces en la misma, obviamente sin agua, eso empeora las cosas.

-Yo siempre quise un perro- dije- obviamente no me lo dieron porque teníamos al estúpido gato.

-¡¿Cómo vas a decir eso?!- grito soltando repentinamente mi mano, lo mire sorprendida.

-¿Lo de los gatos? ¿O lo del perro?- Él se hecho a reír, yo simplemente lo observe confusa- No te rías, aun no entiendo.- respondí mirándolo con cara divertida.

-Debiste haber visto tu rostro- dijo aplaudiendo como una foca mientras no paraba de reír- Solo intente decir que no puedes hablar así de los gatos.

-¿Por qué no puedo decir que los gatos son estúpidos?- pregunte.

-Pues porque no lo son- respondió mirándome, sonriendo.

-Lo que digas Harry- dije- Seguiremos esta pelea cuando nos veamos en unos meses.

Susurre la última frase ya que estábamos al frente del auto que nos había traído allí, él se giró para ponerse delante de mí.

-¿A qué hora toman el avión?- pregunte acariciando su mejilla, el de un solo movimiento tomo mi cintura con ambos brazos y me atrajo hacia él.

-En un par de horas- susurro sobre mis labios.

-¿Tienes todo listo? ¿Quieres que...?- Me callo rápidamente con un suave beso, me sobresalte al principio, pero después simplemente lo seguí.

Luego de unos minutos de silencio a nuestro alrededor una tos fingida hizo que Harry girara rápidamente y cortara el único lazo que nos unía. Un hombre alto vestido por alguna razón de traje, señalo la puerta esperando supongo, que ambos subiéramos al coche.

-Se hace tarde para su vuelo, señor- Dijo este con la cabeza en alto.


Harry giro su rostro hacia mí y me sonrió sin una pizca de ganas, tomo mi mano y me dirigió al auto mientras el chofer abría la puerta para que nos introdujéramos en el coche.

Skinny loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora