Durante las siguientes dos horas, el señor Conlley se entretuvo hablando sobre el Gran Lobo, pero lo cierto es que presté la misma atención que le doy a Tiffany cuando comienza a hablar de las series que siempre está viendo.
Tendré que tomar los libros de la biblioteca de papá para estudiar para los exámenes. Mi promedio no es el mejor, pero siempre me ha gustado tener buenas calificaciones para demostrar que no por ser rubia, soy una estúpida.
Mis niveles de intriga e indignación batallan para saber cuál es el más alto, sin embargo estoy más confundida que otra cosa.
Sé que el chico no es de esta manada, nunca lo había visto antes y nadie se ha mudado en los últimos meses. Una idea se ilumina como un bombillo en mi cerebro y tengo que mantener el trasero pegado a la silla para no ganarme un castigo del señor Conlley por salirme de su clase.
—Muy bien, eso ha sido todo por hoy —dice por fin cuando se acaba la hora de clase—. Nos vemos en el examen, estudien bien para...
Ni siquiera lo dejo terminar cuando tomo todas mis cosas y salgo por la puerta. No necesito mirar hacia atrás para saber que Tristán viene detrás de mí.
—¡Abbs!
No me detengo y me abro paso por los pasillos hasta llegar a la cafetería. Me alzo en puntas de pies y diviso mi objetivo a un par de mesas.
En mi camino me gano varias miradas de todo tipo, pero solo las ignoro. O me veneran por ser la hija de mis padres o me odian por la misma razón.
No se puede hacer feliz a todo el mundo.
—Necesito tu ayuda —le digo a Tiffany sentándome frente a ella y dejando caer mis libros sobre la mesa. Mi amiga termina de meterse a la boca la rebanada de pizza que tenía a medio camino y la muerte.
—¿Ya no odias al mundo? —pregunta con calma, con las mejillas llenas de pizza. Parece una ardilla.
—Puede ser —le digo al momento que Tristán se sienta junto a mí.
—Para tener piernas de perro salchicha eres bastante rápida, Abbs.
Lo miro mal y este ríe, robándole un pepperoni a una de las rebanadas de pizza que tiene Tiffany en su plato.
—¡Consigue los tuyos! —se queja con la boca llena.
—Extrañé mucho a mi dulce hermana —se burla y deja su mochila sobre la mesa antes de irse a la fila de la cafetería.
—¿Qué tan fácil para ti es entrar a la data? —le pregunto por fin a Tiffany, rogando que Tristán no esté escuchando.
—¿La llegada de Tristán te frió los cables o qué? —Se queja—. Es más fácil que hacerte enojar.
—Muy graciosa —murmuro con sarcasmo—. Necesito que busques a alguien.
—¿Por qué?
—Cuando tenga la información que necesito, te lo digo.
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Viviendo Con Los Alfas (Saga Alfas #1)
LobisomemSer la hija de la pareja alfa puede sonar como un sueño para cualquier chica, ¿para mí? Solo el constante recordatorio de que todos piensan que soy una inútil y que para lo único que siempre seré buena es para ser la hija de mi padre. Mi vida es nor...