Capítulo 33: Templanza

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Me visto con mi uniforme del escuadrón y seco mis lágrimas calientes, que caen por mis mejillas

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Me visto con mi uniforme del escuadrón y seco mis lágrimas calientes, que caen por mis mejillas. Ya ni siquiera sé porque lloro ahora, si es por mi corazón roto por la traición o por lo ingenua que he sido.

Le di todo y aun así no fue suficiente, ¿es que acaso hay algo malo en mí?

Niego, no, yo no tengo la culpa de nada de lo que pasó, ni siquiera la puta de Piper, el único responsable de este remolino de emociones es Tyler.

Él es quien tenía una promesa conmigo, no ella.

Él es quien tenía mi corazón, no ella.

Él es el hombre que amo, no ella.

El único responsable de una infidelidad es quien la comete, no las partes involucradas.

Escucho golpes en la puerta pero decido ignorarlos, no necesito a nadie más diciéndome que tengo que pensar con la cabeza fría. Es casi como si estuvieran de parte de Tyler, en lugar del mío.

—Abby, sé que estas adentro, puedo escucharte. —Nunca antes la voz de Scarlett me había parecido tan odiosa y repelente como en este momento. ¿En qué momento se me pasó por la cabeza que llamarla en cuanto encontré a Tyler con Piper fue buena idea?

El estómago se me revuelve al repetir en mi mente la imagen de esos dos besándose. Respiro profundo un par de veces para ahuyentar las náuseas y gruño cuando Scarlett abre la puerta de mi habitación. ¿De dónde sacó la llave?

—¿Qué no sabes que cuando las personas no abren la puerta es porque no quieren ver a nadie? —le digo de mala gana. Tomo mis zapatos del armario y me siento en la cama para poder ponérmelos sin partirme el cuello.

—No me importa lo que pienses en este momento, no vas a ir a ese Duelo.

—¿Tú y cuántos más? —Me quejo con ironía—. Déjame en paz, Scarlett. Iré a ese Duelo y acabaré con esta estúpida maldición de una vez por todas. Lo único que ha hecho es traerme problemas.

Anudo los zapatos con tanta fuerza que duele, pero lo ignoro. Al menos el dolor me recuerda que soy capaz de sentir algo más que no sea ira.

Lloré todo el camino a casa en cuanto Scarlett fue por mí y buena parte del día y la noche. Pero despertar esta mañana y ver que Tyler ni siquiera había intentado disculparse encendió la llama de la furia.

No quiero sus disculpas, pero al menos ese gesto me habría dado a entender que le importo aunque sea un poco. Y ni eso fue capaz de hacer.

Es un maldito infeliz y lo único que necesito es acabar con la maldición y hacerme con su territorio.

Se supone que haríamos esto juntos, nos lo prometimos. Ambos, al pie de la luna llena rechazaríamos la maldición, sin importar si perdíamos lo que nos corresponde por derecho: ser Alfas.

Viviendo Con Los Alfas (Saga Alfas #1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora